“El último día del fin de semana llegará nuboso con precipitaciones en la mayor parte de la Península, salvo en Galicia, Cataluña y Baleares donde sólo se esperan intervalos de nubes. Las lluvias serán más intensas en la mitad sur peninsular, donde podrían ir acompañadas de tormenta y nieves en algunos puertos de montaña. En Canarias, sol moderado aunque estará nuboso en las islas de mayor orografía con probabilidad de pequeñas lluvias débiles. Las temperaturas tenderán a descender en el centro y alcanzarán las mínimas temperaturas en ciudades como Ávila y Burgos, siendo Teruel la ciudad que alcance no obstante los valores más bajos este fin de semana, cercanos a los 7 bajo cero. Existe peligro en toda la zona norte de nieve en cotas altas”.
Si queridos lectores fieles a la salud de Teinteresa, este podría ser el parte meteorológico de un fin de semana cualquiera de la estación del año que nos toca ahora vivir, el crudo invierno.
Es verdad que estamos en invierno, acercándonos ya sin casi darnos cuenta a la época de las Navidades y al cambio de un nuevo año. Es un tiempo que simplemente nuestro subconsciente es suficiente para transportar nuestra imaginación a la caída de grandes nevadas, lluvia y frío. Cambios todos ellos climatológicos que también van a influir de forma importante sobre nuestro organismo. En este mismo tiempo, aunque a nosotros nos cueste un poco incluso imaginarlo sobre todo en la Navidad, en otras latitudes de nuestro planeta Tierra comienza una época de calor sofocante, es para ellos la época estival. El calor es otro factor determinante para que el organismo sufra también modificaciones fisiológicas funcionales. Es decir, los agentes de la meteorología van a tener una influencia directa en muchas propiedades funcionales orgánicas. En este sentido, y a raíz del conocimiento cada vez mayor que se tiene de la influencia de los cambios meteorológicos en el organismo, parece que va adquiriendo un carácter firme lo que se ha venido a denominar como climatología médica.
La climatología médica, como ya supondrán con esta introducción, es la ciencia encargada de analizar la relación que existe entre los agentes físicos ambientales y la salud de las personas. Entre estos agentes ambientales que influencia funciones del organismo podríamos nombrar a la humedad, la presión atmosférica, el frío y el calor o incluso también al viento.
Si analizáramos cada uno de estos factores de forma individualizada, ya se conoce que por ejemplo el viento es capaz de purificar el aire eliminando contaminantes y toxinas. Pero el viento también puede afectar a la liberación de algunos neurotransmisores, como es el caso de la serotonina. Cuando el viento sopla fuerte o predomina algún tipo de viento, esto puede influenciar que las neuronas liberen más serotonina, ya que estas células utilizan serotonina como neurotransmisor. Las plaquetas en la sangre son células que también almacenan serotonina y la liberan a la sangre cuando las plaquetas son activadas al formar los trombos.
La serotonina, es una hormona asociada a múltiples funciones en el organismo. Por ejemplo de la serotonina se conoce que está involucrada en la regulación del apetito ya que está relacionada con el sentimiento de saciedad o ayuda a controlar la temperatura corporal. Pero la serotonina también interviene en la regulación del sueño, ya que es necesaria para que se genere melatonina, proteína que se forma en el cerebro en concreto en la glándula pineal, y que regula el sueño. Se conoce hoy en día que los niveles de serotonina aumentan al atardecer y no bajan hasta el amanecer.
La lluvia es otro factor de la meteorología que afecta al organismo. Hay personas que en días de lluvia se sienten más tristes o melancólicos. Hoy se conoce que la falta de luz, como puede ocurrir en un día lluvioso, reduce drásticamente la liberación de serotonina que se genera desde el triptófano en la glándula pineal. La serotonina además de relacionarse con la melatonina, es su acción clave sobre los estados de ánimo, ya que niveles bajos de serotonina producen depresión, negatividad ira además de dolor de cabeza y ansiedad. Por eso, durante los días de lluvia hay personas que sufren descensos importantes de serotonina, lo que hace que se sientan con menos energía para hacer nada. En relación a todo esto y en contraposición a un día de lluvia están muchas veces los días de nieve. Cuando hay nieve hay más luz, lo que también supone aumentar las precauciones por ejemplo de nuestros ojos con la utilización de gafas apropiadas. No se olviden tampoco con la nieve la protección solar.
Dice la historia, que hay capitales españolas que suelen competir por las temperaturas más bajas. Teruel es una de las principales candidatas, sin duda ninguna, a alcanzar las más bajas temperaturas invernales de España, sin olvidarnos de Ávila, Burgos o Segovia entre otras. Por cierto, hablando de Segovia. El otro día al comentar la muerte de la reina Isabel localizamos su nacimiento en Segovia. Evidentemente Isabel pasó muchas épocas en el Alcázar de Segovia, una de las residencias favoritas de los Reyes Católicos, pero no nació allí. Isabel nació en el pueblo abulense de Madrigal de las Altas Torres y falleció en Medina del Campo, en la provincia de Valladolid.
Una vez corregido este desliz, no podía dejar pasar la ocasión de comentar que algunos animales, son capaces de detectar y predecir cambios atmosféricos. Por ejemplo, el ganado vacuno es capaz de predecir las tormentas eléctricas y suele tenderse en el suelo. Dicen algunos expertos que a través de los cuernos son capaces de detectar descargas primarias o incluso la existencia de parásitos eléctricos (ruidos eléctricos) que preceden a las tormentas.
He leído estos días que en un pueblo de los Estados Unidos, una emisora de radio incluso predice el tiempo en función al comportamiento de las cabras que hay en el pueblo. Así, si las cabras están en la mañana en la parte alta de la colina, lloverá, si están en la parte media es posible que llueva pero si están en la falda de la montaña, habrá con seguridad lluvias fuertes. En ese pueblo, el pronóstico meteorológico, como no podía ser de otra manera, se llama el pronóstico de las cabras.
La verdad que en la especie humana, algunas estadísticas dicen también que habría hasta un 30% de la población que se la podría definir como meteorosensible. Es decir, esta población sería potencialmente capaz de detectar precozmente cambios clímaticos, bien por dolores en articulaciones y huesos o incluso dolores en cicatrices quirúgicas más o menos recientes. Esta meteorosensibilidad de algunas personas se da más en edades avanzadas o durante la infancia aunque los mecanismos involucrados en la meteorosensibilidad no se conocen, aunque en algunos casos como el de las cicatrice podría seguramente que ver con la constracción de los vasos sanguíneos que ocurre cuando aumenta el frío y la humedad.
Los grillos, también son un termómetro magnífico. A partir de los 15ºC empiezan a cantar y cuanto más sube la temperatura más canta el grillo. Sin embargo cuando alcanza la temperatura la barrera de 36ºC el grillo deja de cantar. La verdad es que desconozco si la serotonina tiene también algo que ver en las capacidades predictivas meteorológicas que tienen los animales, sin embargo yo no puedo dejar de admirarlos.