Los curas barajan dos posibilidades para esta actuación. Por un lado, que García Aracil no quiera marcharse de la residencia oficial del arzobispo o trasladarse a la tercera planta del palacio episcopal, que estaría convirtiendo en lo que definen como una suite de lujo con un enorme vestidor de madera, suelos de mármol, baño con hidromasaje y jacuzzi.
Por todo ello, los curas apelan a la «prudencia pastoral y el sentido común» para ser «una Iglesia austera, en consonancia con las realidades» del pueblo «en sintonía con la exigencia evangélica en la que tanto insiste el Papa Francisco».
Por su parte, el arzobispado emitió una nota en la que aseguraba que las obras en la sede del Obispado de Badajoz, denunciadas por un grupo de sacerdotes, son «necesarias» para la Diócesis y han seguido «todas las formalidades previstas por el derecho de la Iglesia».