Cerca de la mitad de los británicos respalda la idea de que el ministro de Economía, el conservador George Osborne, debe perder su puesto de trabajo en la remodelación del gabinete. La consultora ICM Research entrevistó, por teléfono, a un total de 1.006 británicos mayores de 18 años del 24 al 26 de agosto de 2012 de los cuales un 48% coinciden en que David Cameron debería nombrar un nuevo canciller del ministerio de Hacienda en el próximo cambio de gabinete, según el sondeo realizado para el periódico The Guardian.
Entre las votaciones asciende a 52 puntos sobre 100 el indicador en el segmento de los jubilados y a 53 entre los ciudadanos de entre 35 y 64 años, que son los grupos de edad más propensos a la hora de votar. Coinciden en que Osborne debería perder su puesto de trabajo en la remodelación ya que consideran pésima la estrategia de gestión del ministro de Finanzas, George Osborne, basada en la reducción del gasto público.
El apoyo a Osborne ha disminuido rápidamente desde que se anunció el presupuesto 2012 en marzo. La impopularidad del titular de Hacienda (-32 puntos) rebasa en el momento actual a la del vice primer ministro liberal demócrata Nick Cleck, cifrada en 26 unidades negativas.
Entre los conservadores que los votantes creen que deberían perder sus puestos de trabajo en la remodelación inminente, Osborne es al que peor le ha ido, seguido por Andrew Lansley (37%) y Michael Gove (36%). A Kenneth Clarke (28%), Hunt Jeremy (24%) y William Hague (21%) les fue mejor.
Osborne ha sido identificado por la población como el responsable de la falta de crecimiento de la economía británica y de la suspensión de una serie de beneficios sociales anunciados en el anterior presupuesto financiero. Fue él quien presentó el mayor recorte presupuestario del Reino Unido en décadas, incluido en lo que denominó Revisión Completa de los Gastos (CSR por sus siglas en inglés).
Reino Unido pensaba disminuir su déficit presupuestario hasta 2015, sin embargo, el país europeo se enfrenta a una grave recesión económica, cuyos índices demuestran un crecimiento negativo durante los últimos nueve meses. El endeudamiento del país se ha incrementado en 600 millones de libras (unos 750 millones de euros) durante el pasado mes de julio, lo que supone un empeoramiento de 4.242 millones de euros respecto al dato de julio de 2011, según la Oficina Nacional de Estadística de Reino Unido.
La economía británica, influenciada por la crisis económica de la zona euro y el plan de austeridad del Gobierno de David Cameron, desde el primer trimestre de 2012, ha entrado en una nueva fase de recesión. Este aumento de la deuda se debe a la brutal caída de casi el 20% en los ingresos por el impuesto de sociedades y al aumento del 5,1% del gasto público.
Varios miembros conservadores del Ejecutivo ya han pedido al primer ministro, David Cameron, nuevas y más audaces políticas para impulsar el crecimiento, pero hay temor a que no se puedan llevar a la práctica por las tensiones que se viven dentro de la propia coalición de Gobierno. Con estos datos, la deuda pública británica crece hasta el 65,7% del PIB, lo que complica los planes del Gobierno que se puede ver obligado a imponer nuevos recortes.