Incertidumbre es la palabra que domina el escenario político en Catalunya. Pese a que el 9-N pasó con más pena que gloria para los independentistas, el desafío sigue más enrocado que nunca.
El Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ha recibido ya las primeras denuncias contra el president Artur Mas por delito de desobediencia, mientras se aguarda la visita que el próximo sábado el presidente del Gobierno realizará a la comunidad, y en la que explicará su posición ante el 9-N insistiendo en que la soberanía nacional no es negociable.
Entre tanto, Convergència ha renunciado hoy a aceptar el apoyo del PSC para agotar legislatura, al considerar que eso significaría “renunciar a la independencia”. Tanto CDC como ERC han mostrado también su rechazo a la propuesta de reforma constitucional esbozada por el secretario general socialista, Pedro Sánchez, este fin de semana. Un “lifting” con el que se pretende “tunerar el café para todos”, en palabras de la portavoz de ERC, Anna Simó.
¿Cuáles son las posibilidades que se plantean en Catalunya?
La tercera vía de Durán
El líder de UDC, Durán i LLeida, lleva meses insistiendo en su propuesta de una tercera vía, en su opinión, la solución para superar el escollo soberanista. Una propuesta que ha planteado al presidente del Gobierno, a líderes de la oposición y a distintos sectores empresariales.
La tesis se cimenta en que el origen del “conflicto” Generalitat-Estado se remonta a la sentencia del Constitucional sobre el Estatut que, interpreta, anuló la voluntad popular de los catalanes, y defiende varios objetivos: un pacto fiscal específico para Catalunya que incluya la gestión por parte de la Generalitat de las infraestructuras, competencias exclusivas en lengua, cultura y educación, presencia institucional de la comunidad en organismos internacionales y apoyo para que el Parlament impulse las iniciativas necesarias para una reforma constitucional que incluya el derecho a decidir de los catalanes.
El líder democristiano plasmó la esencia de esta tercera vía en un artículo publicado en el diario “La Vanguardia” el pasado 23 de septiembre, en el que animaba al Estado a actuar con «inteligencia» para aplicarla en Catalunya y evitar así que los catalanes solo tengan como opciones «la secesión» o la «sumisión» a España. Una opción, defendía, que podría “convertirse en un camino fructífero si se puede encontrar el punto de equilibrio entre las legítimas aspiraciones nacionales de Cataluña y los lazos efectivos y las diversas utilidades de todo tipo, resultado de muchos años de historia compartida con España».
Según un reciente sondeo realizado por Feedbak en Catalunya, una propuesta de mejora de las finanzas catalanas y protección del modelo lingüístico, es decir, las medidas propuestas por Durán, tendrían un importante apoyo entre los catalanes. Más del 41% cree que esta “tercera vía” podría ser una solución para el encaje de Catalunya en el Estado. Un 39% afirma que seguiría defendiendo la independencia.
El análisis de los apoyos no deja de resultar interesante: hasta un 30% de los votantes de CIU respaldarían la vía propuesta por el líder de Unió, y también lo haría un 23% de los de Esquerra.
La posibilidad es, en cambio, desdeñada por Mas. «Cuando se habla de terceras vías, se olvida que se intentó hace poco tiempo», dijo hace el president en septiembre, haciendo referencia al proceso de reforma del Estatut aprobado en 2006. «Fue promovido en el Parlament, contó con amplísimos acuerdos… La tercera vía es lo que hemos hecho siempre. Y si estamos donde estamos es porque las terceras vías no han funcionado».
Los convergentes no independentistas
CIU y más concretamente Convergència está abocada a un proceso de profunda redefinición, en el que habrá de replantear sus planteamientos independentistas y también la relación con su socio, UDC. En la raíz de esta relación está precisamente la independencia, una opción que provoca un malestar no disimulado en Unió.
De origen socialdemócrata, el discurso de Convergència sufrió un viraje especialmente tras la llegada al poder, en 1981, cuando empezó a adoptar sus planteamientos nacionalistas. Desde entonces, se ha mantenido de forma ininterrumpida como primera fuerza en Catalunya y ha mostrado esa fortaleza confiándose como llave para sucesivos gobiernos de PP y PSOE.
La defensa de la independencia quedó bien marcada después en el Congreso del partido, celebrado en 2012, donde sus dirigentes abogaron por “construir un Estado propio” en Catalunya en el marco de la UE. “El catalanismo soberanista del siglo XXI debe actuar con actitud de independencia y debe plantear la idea de Catalunya igual a Nación más Estado”, se planteaba en el texto final del Congreso.
Ahora, Convergència, que precisamente hoy cumple cuarenta años, debe redefinir también su espacio político, lo que genera no pocas divisiones internas. El plan marcado por el actual número dos, Josep Rull, pasa por ahondar en el mensaje netamente independentista y acercarse al centro izquierda, su sustrato original, pero entre los críticos, abundan los que creen que la formación no debería abandonar el centro, ni tampoco convertirse en un sucedáneo de lo que ya es ERC.
¿Significaría la refundación una ruptura con Unió? Los desacuerdos entre las formaciones de la coalición-y sobre todo a propósito del malestar que el proceso le provoca a Durán-, han sido una constante y habrá de valorarse el papel que Unió debería adoptar en la CiU renovada. Por el momento, Durán ha zanjado los rumores de ruptura, defendiendo que “hay muchos motivos” para continuar con la federación nacionalista.
Sin embargo, las tensiones entre los partidos de la federación no han hecho sino aflorar conforme avanzaba el proceso soberanista. Muestra de ello es que ambos llevaron a cabo campañas separadas. Mientras Convergència apoyaba abiertamente el “sí”-”sí”, Durán se mostraba partidario dejar libertad de voto a los militantes con respecto a la posibilidad de la secesión, pese a que gran parte del partido es partidario de la independencia- entre sus figuras más destacadas están Joan Rigol, presidente del Pacte Nacional pel Dret a Decidir o Núria de Gispert, presidenta del Parlament.
Durán, socio incómodo para Mas en no pocas ocasiones, ha tratado de ejercer de puente entre la Generalitat y el Gobierno, pero a costa de suavizar el mensaje del president.
La aparente debilidad que atraviesa Convergència se ve alimentada también por el hecho de que parte de sus bases no aprueban la deriva independentista de Mas. Según un sondeo del Instituto Noxa para La Vanguardia, aunque un 60% de los votantes de CIU apoyaban la realización de la consulta-un 86% en el caso de los de ERC-las posiciones en lo relativo a la independencia están fuertemente divididas. Un 42% de los votantes del partido apoya la independencia, mientras que un 38% la rechaza.
Las tensas relaciones entre CiU y ERC
Las relaciones entre Convergencia y ERC siempre han sido de conveniencia, y las discrepancias latentes han ido haciéndose más evidentes a medida que avanzaba el camino hacia la consulta y también la maquinaria legal del Gobierno contra su celebración.
La propuesta diseñada por Mas tras el veto del Constitucional terminó por apuntillar la relación: un “proceso participativo”, descafeinado con respecto al planteamiento inicial, y delegado, finalmente, en manos de la sociedad civil para tratar de diluir las responsabilidades. ERC consideró entonces que aquel simulacro era un “engaño” y, aunque siguió adelante para que ese proceso finalmente se llevase a término, la ruptura “no oficiosa” quedó plasmada al día siguiente.
La pasada semana, ERC dio por agotado el apoyo parlamentario al Gobierno de CIU y avanzó su negativa a apoyar los presupuestos. “El acuerdo parlamentario de apoyo a CiU ha quedado agotado, ha llegado hasta el 9N, y una vez superado con éxito este objetivo, ahora el mensaje político de los ciudadanos es ponernos de acuerdo en cómo obtener la mayoría parlamentaria para declarar la independencia», dijo la secretaria general de ERC, Marta Rovira.
La hoja de ruta de los republicanos pasan por elecciones inmediatas-opción rechazada por CDC, PSC e ICV y enfriada por Convergéncia- Govern unitario y una Constitución que luego sería ratificada en referéndum.
Pese a los desacuerdos, queda por ver si CIU y ERC no son, en cambio, una pareja condenada a entenderse en aras del independentismo, en vista de los sondeos de intención de voto dibujan un Parlament cada vez más fragmentado y sin claras mayorías. El último, conocido ayer, de NC Report para La Razón, otorga 34 diputados a CIU y 32 a ERC.
Pese a que el resultado supone una cierta recuperación para el partido de Mas, la caída es evidente: en las elecciones de noviembre de 2012 obtuvo 50 diputados. La formación sigue acuciada por dos grandes problemas: el abstencionismo de su electorado- un 18»2% de sus electores afirma que no participará en las próximas elecciones- y la fuga a ERC- un 13»2% asegura que optaría por este partido en los siguientes comicios. En cambio, ERC sabe necesario un socio de gobierno para poder proclamar su ansiada independencia desde el Parlament.
Referéndum pactado
Es la opción planteada en la carta enviada por Mas a Mariano Rajoy. Una consulta “definitiva” a todos los catalanes para preguntarles por el futuro político de Catalunya es hoy por hoy el deseo prioritario del president.
Mas se justifica en los resultados del proceso participativo del 9-N, que valora como un “éxito”- pese a los apenas 1»86 votantes por el “sí-sí” y la abstención superior al 60%– y sigue el ejemplo de las consultas realizadas en Escocia y Québec. El president ha advertido además de que si esta consulta no llega, se podrían utilizar las elecciones autonómicas como sustitutivo.
El argumento de un referéndum pactado fue expuesto ya por Mas en su primera comparecencia tras el 9-N, si bien ya entonces añadió que tenía “poca confianza” en que la idea funcionase. «El 9-N fue un punto culminante. No se puede negar la evidencia. Mi objetivo es poder hacer la consulta definitiva, si puede ser de acuerdo con el Gobierno español.La mejor manera de hacerlo sería a la británica o a la canadiense», afirmó entonces.
Declaración unilateral de independencia
Es uno de los escenarios más utópicos para los independentistas, pero los resultados del pasado 9-N devuelven a la realidad: aunque el 80 de los participantes el 9-N apoyaron la opción sí-sí, apenas votó un tercio del censo.
La declaración unilateral de independencia es una posibilidad siempre latente para ERC, más aún después del malestar provocado por el “descafeinado” a la consulta. Desde Convergència, en palabras del número dos, Josep Rull, es un escenario que tampoco se descarta, aunque con matices: siempre que se hayan agotado las vías de negociación y como último recurso. CDC, por su parte, rechaza la opción por completo. “Una Catalunya independiente no sobrevivirá sin pactar con España y la UE”, admitió su líder, Durán i Lleida, en un reciente acto de partido.
Elecciones con lista única y Mas a la cabeza
Elecciones plebiscitarias sí, pero si son con lista unitaria y encabezada por él mismo. Esa es la propuesta del president Artur Mas. Un partido único en el que él sea cabeza de lista y agrupe además, a numerosas personalidades de la sociedad catalana.
El objetivo del president es reunir a unas 2.000 personas representativas de la sociedad civil que participen en política, ciudadanos »limpios» que no tengan casos de corrupción a sus espaldas ni estén imputados y además, entre ellos, algunos que sean representativos, como futbolistas, para que tenga tirón en la sociedad. Para Mas, se trataría de medir el apoyo a la independencia, sin más cuestiones. Esa es su propuesta, que de momento nadie apoya.