Adolfo Suárez siempre será recordado por ser el presidente de la Transición. Aunque su nombramiento fue toda una sorpresa para muchos, Suárez, con la ayuda del Rey Juan Carlos, siempre tuvo sus detractores… y no eran pocos. La mano derecha de su Majestad fue criticado ferozmente por todos los partidos, incluso el suyo.
Uno de los partidos más críticos fue el PSOE de la mano de Alfonso Guerra. Todo valía para desalojar al presidente de la Moncloa y Guerra fue el político más irrespetuoso con el que tuvo que lidiar Suárez. Guerra le llamó «tahúr del Mississipi, con su chaleco y su reloj», aunque el político socialista aseguró poco después que nunca le llamó tahúr, solo fue una frase sacada de contexto en un ambiente festivo. Guerra, despertó grandes aplausos entre los delegados al Congreso Extraordinario socialista, especialmente cuando dijo que «en estos días en que hay tanto peligro e intranquilidad en los sectores institucionales, algunos se preguntan si será el momento de que el general Pavía entre a caballo en el Parlamento y lo disuelva. Yo me pregunto si el actual presidente del Gobierno no se subiría a la grupa de ese caballo». Guerra siempre que podía atacaba sin piedad a Suárez cuando le denominó «perfecto inculto procedente de las cloacas del franquismo o regenta la Moncloa como una güisquería».
«Entre Suárez y Fraga sólo hay una diferencia: Fraga se pela con los pelos de punta y Suárez lo hace hacia atrás».- Alfonso Guerra (1980)
«Suárez llegó a perder toda credibilidad. Se convirtió en una bailarina de pasos contrarios».- Alfonso Guerra (1982)
Otro de sus adversarios era Felipe González, amigo y opositor. González participó en esta antología, con frases como aquella que afirmaba que «Suárez, como Luis XIV de Francia, piensa que el Estado es él».
Siempre quedará para el recuerdo el mal rollo que mantenían José María de Areilza y el propio presidente. Areilza tenía entre ceja y ceja a Suárez porque pensaba que le había quitado el puesto. En los mitines electorales que hacía Areilza en 1979 le comparaba con Curro Jiménez.
El enemigo más desleal fue Miguel Herrero de Miñón, jefe del grupo de UCD en el Congreso, que le hacía la vida imposible a Suárez en el Parlamento cuando el presidente aprobaba una medida de gobierno.
Joaquín Garrigues llamaba a Suárez «Supermán» en tono burlón, pero en el fondo le admiraba. Le enviaba libros a su casa junto con algunas notas cariñosas para mejorar su gobierno. Calvo Sotelo también fue muy crítico y apuntó a Suárez asegurando que «en Moncloa hay muchos teléfonos y pocos libros».
Calvo Sotelo también señaló a Suárez cuando dijo que «a veces tenía un candoroso complejo de estudiante mediano frente al buen estudiante que fui yo».
A Suárez siempre le echaron en cara que no había estudiado lo suficiente. El enemigo más cruel era Joaquín Garrigues, aristócrataque le mandó un manual de primer curso de carrera con una nota que decía «Por favor, léelo, lo necesitas. Empieza por el principio. Un abrazo».
Pero el político que más ha criticado a Suárez fue Fraga Iribarne. Al igual que pasaba con Areilza, Fraga sentía que Suárez le había quitado el sillón. Cuando el Rey le nombró presidente, el cometario de Fraga fue claro: «Un grave error político, una farsa jurídica y una quiebra a la vez de la legalidad y la legitimidad».
Uno de los políticos que mejor se comportó con Suárez fue el lider comunista Santiago Carrillo, que le calificaba de «anticomunista inteligente». Carrillo agradeció la legalización del PC pero también fue el último en darle la puntilla personal cuando se rumoreaba que Suárez tenía problemas de salud. Suárez dijo ante el Congreso que Aznar había sido el mejor presidente de gobierno que había tenido la democracia y Carrillo respondió: «Es una muestra de que Suárez padece una lesión cerebral» fue el cruel comentario con el que se despidió Carrillo.