Aznar dice que no se ha ido, pero lo que parece claro es que ha vuelto. Y ha sido más Aznar que nunca. El ex-presidente ha dado un toque de atención al PP… y a Rajoy. Como se comentaba en los corrillos tras su intervención: «Ha dicho lo que lo Rajoy no ha hecho». Y ha recordado a su PP, al que quiere que Rajoy vuelva. ¿Cuáles son esas claves del PP que Aznar convirtió en alternativa? Están claras: unidad, ley, centralidad, ambición, proyecto y mucha política. Una frase marca el discurso, una frase que va directa a la línea de flotación de Rajoy: ¿Aspira el PP a ganar las elecciones? Sí, gritó el auditorio siguiendo al líder que ya no lo es. Y Aznar entonces dejó claras dos cosas: que no ve al PP con el ímpetu, el arrojo y el proyecto necesario para ganar… y sus recetas para volver a ser lo que fue. Y entonces, no dejó títere con cabeza-.
Habló de todo y habló claro. Se puede criticar a Aznar su falta de talante, su arrogancia, su cabezonería y sus últimos cuatro años creyendo que era el nuevo Kennedy, sí. Pero lo que no se puede decir de él es que no es directo, rotundo y claro. Su proyecto no engaña. Y ve confuso a Rajoy, con miedo, a la defensiva. Y lo que es más grave: sin ser capaz de comunicar un proyecto de país. Y así es difícil ganar cuando uno gobierna una crisis.
La hoja de ruta de Aznar
El expresidente le puso encima a Rajoy su particular hoja de ruta: lo primero ambición y no avergonzarse de lo que se cree. Y para eso, señaló Aznar en clara referencia a Rajoy, se necesita saber que está. Porque Aznar fue rotundo al exclamar: ¿Dónde está el PP? Está claro que él lo ve y no se reconoce. No se reconoce porque no ve en el PP un mensaje para despejar dudas, no ve en el PP, pese a los vídeos camilla con escasa alma y malos actores, un mensaje para los desanimados, para los enfadados, para los decepcionados. Más allá de cifras y de macroeconomía, no ve nada. No ve política.
Tampoco ve Aznar rivales serios. Por eso dice eso de «estamos obligados a ganar». El ex-presidente siempre ha tenido un alto concepto de sí mismo. Y de su legado, que pocos reconocen, algo que le irrita sobremanera. Pero es sincero a la hora de hablar de buscar el centro (gobernar para la clase media), de defender la labor de consenso de la Constitución (que él no frecuentó con mayoría absoluta) y de analizar al rival: de Podemos cree que se le caerán los cascotes del chavismo (Venezuela está a un paso de la involución o del estallido). Del PSOE cree que su reto no es gobernar sino aclararse. Y evitar el revanchismo. Y de los nacionalistas opina que la ley no les permita romper la unidad («tampoco en sus años de Gobierno hizo mucho por evitar los desmanes nacionalistas, todo sea dicho). «No nos asusta una Catalunya plural y moderna», deja claro Aznar, pero sí los que dividen.
Y al hilo de esto lanzó un mensaje sobre la corrupción: Yo respondo de mis actos. Y no olvidó otro: que nadie la use para acabar con el sistema. «No se decidirá entre continuidad y cambio, sino entre cambiar para destruir o para construir». Y señaló otra vez a Rajoy: «El PP no puede desplazarse, no puede pretender solo que no gobiernen otros. La centralidad no se gana a costa del proyecto». El ex-presidente dejó clara su opinión sobre los años de Rajoy en el Gobierno: No le gustan. El gallego le ha decepcionado profundamente, se le nota hasta cuando le saluda.
Aznar se emociona al recordar a Gregorio Ordóñez
Aznar se emocionó al hablar de Gregorio Ordóñez, «el mejor». Lo hizo porque el terrorismo es un tema que le subleva, que le toca la fibra y más aún el trato a las víctimas. Sus palabras hacia ellas. «A las víctimas, estén donde estén, puertas abiertas y brazos extendidos. A las víctimas, memoria, dignidad y justicia. Hoy, mañana y todos los días, aquí, en Estrasburgo, en Bruselas o en San Sebastián, donde sea». Rotundo. «Algunos nos invitan a pasar página. Yo digo que de eso, nada.
Hay que tener bien abierto el libro del sacrificio de nuestros compañeros y de nuestros compatriotas. Para que se siga leyendo completo. Para que nadie lo envíe al rincón donde habita el olvido. No vamos a cerrar el libro de su sufrimiento y de su virtud. No es historia del PP, es el presente de todos. Es lo mejor de lo que somos, porque nos hicieron mejores y se lo debemos a ellos».
Aznar no ve con buenos ojos el seguidismo de Rajoy en política antiterrorista (tal vez, el único camino que podía seguir el ahora presidente), como tampoco cree que defienda con vigor los valores del PP. Simplemente piensa que se deja llevar, cual tecnócrata. Y cree que hoy es la hora de los políticos y la política. Justo lo que a Rajoy le gusta menos hacer. Aznar nunca dejó pasar el tiempo. Siempre murió con sus ideas (fueran buenas o no). Tenía sus convicciones. Por eso ve al PP y no lo reconoce. Por eso le pide que vuelva a las raíces. Por eso quiere ver en pie otra vez a su PP. Por eso pregunta ¿Dónde está el PP? Aznar puso en pie al auditorio… pero pocos creen que su PP vuelva. Este es el PP de Rajoy. Y Rajoy (para bien y para mal)… no es Aznar.