El buque español de aprovisionamiento en combate «Cantabria» atracó hoy en el puerto tunecino de «La Golette» en su periplo hacia las costas de Libia, donde asumirá el mando operativo de la operación militar europea «Sofía».
Autoridades políticas tunecinas y europeas recibieron al barco en el muelle de cruceros del citado puerto tunecino, donde permanecerá hasta este viernes, cuando zarpará hacia las aguas internacionales entre Italia y Libia.
El buque español asumirá el mando operativo en esta transición hacia la tercera fase de la operación, bautizada con el nombre de una niña somalí nacida en agosto de 2015 a bordo de la fragata alemana Schleswig-Holstein después de que su madre fuera rescatada en el mar con otros 453 migrantes.
En esta fase, los barcos asomados a Libia en aguas internacionales se preparan para «adoptar medidas operacionales en el territorio de los Estados ribereños contra buques y embarcaciones y recursos sospechosos para el tráfico de seres humanos o el tráfico ilícito de migrantes».
La segunda fase de la «operación Sofia» fue lanzada el siete de octubre de 2015 por el Comité Político y de Seguridad de (COPS) de la Unión Europea con el objetivo de frenar la inmigración irregular en el mar.
Su mandato fue prorrogado y reforzado después hasta el 27 de julio de 2017 con dos nuevas atribuciones: la formación de unidades de guardacostas libios y la aplicación del embargo de armas impuesto por la ONU a Libia en 2011, en pleno alzamiento rebelde contra la dictadura del después derrocado Muamar al Gadafi.
Según la propia misión, su objetivo es «identificar, capturar y neutralizar barcos y embarcaciones, así como los recursos que se usan o se sospecha que son usados por contrabandistas o traficantes de migrantes»
Y el fin último «contribuir a los esfuerzos más amplios de la UE para desmantelar el modelo económico de las redes de contrabandistas y traficantes de personas en el sur del Mediterráneo central y evitar nuevas pérdidas de vidas humanas en el mar».
Asimismo, dice incluir «una aproximación más global para hacer frente a la cuestión migratoria no solo desde la perspectiva material, si no a sus causas más profundas como los conflictos, la pobreza, el cambio climático y la persecución».
La misión fue recibida con hostilidad por la Armada del oeste de Libia y por sus servicios de guardacostas, que denunciaron que la presencia de los barcos de la misión europea ejercían de imán para los inmigrantes.
El pasado 9 de febrero, y en una entrevista con Efe, Ayub Qasem, almirante de la Armada libia, aseguró que la presencia frente a la costa de su país de los barcos de la UE y de las ONG que apoyan la misión «ha servido en realidad para incrementar el número de inmigrantes».
«Hasta los militares que ejecutan la operación dudan de que pueda frenar la inmigración. Todo lo que hace la UE no es más que una campaña de propaganda mediática y no una solución», denunció el militar libio.
Lo cierto es que el flujo incesante de migrantes no ha comenzado a bajar hasta que este verano Italia y otros países ribereños firmaran un acuerdo secreto con diferentes grupos en Libia para frenar el trasiego.
La reducción de salidas contrastada en agosto y julio desde las playas libias ha coincidido con un aumento de las mismas en los países vecinos, especialmente en Túnez y Argelia a donde parecen desplazarse las mafias ante la presión europea.
Solo en septiembre, las autoridades tunecinas frenaron la salida irregular por mar de 555 personas, cifra que representa el triple que el mes anterior.
De acuerdo con los datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), el número de inmigrantes que han cruzado hasta la fecha el Mediterráneo asciende a 138.232, mientras que la cifra de los que se han dejado la vida en el mar es de 2.658.