2013 estuvo marcado por la tragedia de Lampedusa. Puso de nuevo en evidencia el drama que viven miles de personas que tienen que abandonar sus hogares por las amenazas de guerra o hambre.
Más de 300 vidas se perdieron en octubre cuando una barcaza con más de 500 inmigrantes ilegales de Libia trataba de llegar a las costas italianas. Un incendio provocó la tragedia en la que murieron hombres, mujeres y niños.
La demora de la Guardia Costera, que tardó cerca de una hora en llegar al lugar, y la desatención – según algunos supervivientes – de las peticiones de auxilio por parte de algunos pesqueros que pasaban por la zona terminaron por indignar a la opinión pública. Para colmo de desgracias, una semana después se produjo otro naufragio perdiendo la vida cerca de 40 personas más.
La alta tasa de inmigración es uno de los temas que más preocupa a la comunidad europea, que quiere limitar su entrada. Miles de personas arriesgan cada día sus vidas en pateras o barcazas por salir de sus países de origen donde han perdido todo, buscando una vida mejor donde el hambre no les persiga o los conflictos bélicos no les alcancen.
La tragedia de Lampedusa abrió de nuevo el debate sobre las leyes de inmigración de la Unión Europea y su eficacia a la hora de luchar contra las mafias, sobre todo cuando el tráfico de personas se ha convertido en la tercera actividad ilícita más lucrativa, tras el tráfico de drogas y el de armas.
Melilla intenta parar los asaltos a las vallas con cuchillas
Centenares de personas intentan cada día llegar a España a través de las vallas que separan Marruecos de Melilla. No solo se arriesgan a la deportación si las autoridades les atrapan sino que además los inmigrantes se las tienen que ver con unas cuchillas que se han puesto en las vallas para disuadir a aquellos que las intentan cruzar.
No tienen miedo. A pesar de las graves heridas que pueden sufrir estas personas, se atreven con las cuchillas en su búsqueda de un futuro mejor, huyendo de las guerras, de la miseria y del hambre.
Estas medidas se retiraron en 2007 por su peligrosidad pero el Gobierno parece haberse olvidado de las razones humanitarias por las que las quitó. Aunque esta decisión ha indignado a políticos, asociaciones y ciudadanos a pie, el Ejecutivo de Mariano Rajoy se niega a retirarlas asegurando que no son peligrosas y que solo causan “heridas superficiales”.
El pasado 15 de enero varios subsaharianos lograron saltar las vallas en un nuevo intento de alcanzar su sueño del ‘paraíso’, aunque la mayoría fueron interceptados horas más tarde por las autoridades. Muchos de ellos tuvieron que ser atendidos por unidades sanitarias a causa de las heridas que les provocaron las cuchillas.
La comisaria de Interior de la Comisión Europea, Cecilia Malmström, ya ha señalado que las cuchillas instaladas por el Gobierno español en la valla de Melilla no vulneran la legislación de la UE, pero ha recomendado medidas alternativas de vigilancia fronteriza.
«Aunque la Comisión reconoce que el empleo de una valla reforzada por cuchillas u otros complementos no está prohibido por el Derecho de la UE como medida de vigilancia, la Comisión no fomenta tal uso, sino que incita a los Estados miembros a utilizar medidas alternativas de vigilancia fronteriza basadas en el análisis de riesgos, la cooperación y el intercambio de información, ejemplificadas por el sistema europeo de vigilancia de fronteras», ha dicho Malmström en respuesta a varias interpelaciones de eurodiputados españoles del PSOE, IU y Aralar.