El día empezó como cualquier otro, me levanté y me fui para la Universidad. Pero nadie se imaginaba lo que iba a suceder. Estaba trabajando en una sala de ordenadores, bastante grande, cuando de repente se bloquearon todos los ordenadores mostrando un mensaje que enviaban los de seguridad:
Fue la primera noticia de que había habido un tiroteo. Miré alrededor y efectivamente, todos los ordenadores mostraban el mismo mensaje, bastante eficaz y a la vez algo espeluznante. Llevo poco aquí y no sabía si eran muy comunes estos mensajes… Como a mi alrededor la gente seguía trabajando, hice lo propio. El mensaje tampoco decía otra cosa. Pero antes comprobé que el lugar del tiroteo me era conocido, y que estaba apenas a 20 minutos andando de este edificio. También revisé la traducción del inglés de «tiroteo» no me fuese a estar equivocando…
Un rato después llegó un segundo mensaje:
Igual, ocupando toda la pantalla del ordenador. Este era más preocupante y ya sí que daba instrucciones. El anterior sólo informaba y no sabía hasta que punto me afectaba. También me puse a buscar las noticias para ver qué había pasado con más detalle, y si la situación estaba controlada o debíamos preocuparnos.
Ante el segundo mensaje la gente tampoco reaccionó muy deprisa… Estaba un poco confuso, porque un mensaje así sí es para reaccionar y preocuparse. Creo que había más gente confusa, porque, aunque muchos quitaron el mensaje rápido para acabar lo que estaban haciendo, otros, como yo, seguían mirando la pantalla, releyendo una y otra vez el mensaje.
Finalmente vino alguien que, en persona, repitió el aviso, esta vez indicándonos cómo hacer lo que aquél decía, proponiéndonos su aula, que era la más cercana y había sitio suficiente. La gente ahora sí se levantó y dejamos la sala de ordenadores, rumbo a esa nueva clase. Un aula grande, sin ventanas y con sitio aún para bastante gente. Me volvieron a explicar lo del tiroteo, las recomendaciones de seguridad (lejos de las ventanas, cerrar las puertas, no ir por las calles…) y que mejor me metiese en esa mismo aula.
No hubo pánico, ni gritos, ni nada parecido. Supongo que nos sabíamos a salvo, como efectivamente hemos estado. Aunque sí que había gente tensa. Entré a la vez que una chica que sí estaba asustada. Ella abrió la puerta para entrar murmurando que no quería recibir un tiro.
Una vez todos en el aula, apagaron las luces y bloquearon las puertas para que no se pudiesen abrir desde fuera (un cierre que esta previsto electrónicamente, no hizo falta poner sillas, ni es esa clase de bloqueo).
Se declaraba así que el «LOCKDOWN IS ACTIVE«: El «bloqueo», este encerrarse dentro, este estado de alerta o como se le quiera llamar se declaraba activado.
Teníamos la luz que daba el protector y las propias pantallas de portátiles y teléfonos. Hemos seguido lo sucedido por internet y recibido mensajes de la universidad con detalles de qué hacer e informando de que el «bloqueo» seguía activo, que se suspendían todas las actividades, etc.
Las dos primeras horas fueron muy tranquilas. Luego la gente empezó a querer ir al baño y salimos por turnos hasta que alguien, nervioso, pidió que se dejase de abrir la puerta. Yo estaba sentado al lado de la puerta. Fuera todavía había gente con bastante normalidad, que luego intentaba entrar. Dejamos entrar a un buen grupo que ya no cabía sentado y se quedaron de pie o repartieron por el suelo.
Seguían llegando los mensajes (cada hora, aproximadamente) de continuar con las medidas, y de que se anulaban las clases y exámenes de todo el día.
Una mezcla de tranquilidad y cierta tensión. A las 3 o 4 horas empezó a salir gente. En cuanto salieron los primeros, otros muchos les siguieron. Nos quedamos la mitad. Al rato desactivaron el bloqueo y ya nos dispersamos todos.
Cuando se empezó a ir gente me pregunté si no sería una exageración y si no sería yo el más preocupado. Pero cada vez que alguien salía y tardaba en cerrar la puerta, había bastante gente que le metía prisa diciéndole que cerrase ya la puerta. Así qué al menos no era yo el más agobiado.
La chica que entró a la vez que yo (entramos un poco rezagados respecto al resto del grupo de los ordenadores) daba un bote cada vez que alguien de fuera intentaba abrir la puerta para entrar. Probablemente alumnos rezagados buscando un aula libre. Dejamos entrar a un grupo, pero llegó un punto donde uno de los responsables dijo que no podíamos seguir abriendo la puerta. Si era un señor con un rifle (y no podíamos saber si lo era o no hasta abrir) poníamos en riesgo a todo el aula.
Gracias a Dios no parece que hayamos estado en peligro en ningún momento. Pero sin duda me ha dejado impresionado la rapidez y seriedad con que aquí se ha reaccionado.
El «bloqueo» ha terminado y los estudiantes, sin clases ni exámenes, vuelven a sus casas. Aunque supongo que todos, por el camino, tenderemos a mirar por encima del hombro.