El racismo en Europa da votos y la extrema derecha, con un discurso cada vez más extremo, está sacando provecho electoral del descontento, el desempleo y el desencanto de las clases más bajas e incluso de los que votaron a la izquierda en anteriores comicios.
En este contexto, no resulta casual la frase de Jean Marie Le Pen, candidato europeo y antiguo líder del Frente Nacional, partido hoy en manos de su hija, asegurando que tres meses de ébola -un virus altamente infeccioso y una tasa de mortalidad tras su contagio cercana al 90%- podría acabar con la explosión demográfica -un eufemismo para referirse a la inmigración masiva.
Estas declaraciones podrían provocarle una condena de cárcel y, muy posiblemente, una multa. Y en eso tiene experiencia. En 2008 fue condenado a tres meses de prisión condicional y a una multa de diez mil euros por asegurar en una entrevista en la revista de extrema derecha Rivarol que la ocupación nazi de Francia «no fue particularmente inhumana».
Le Pen ya había sido condenado a una multa en 2005 por unas duras declaraciones contra los inmigrantes y siete años antes por obstinarse en defender las desigualdades entre razas. Un año antes le condenaron por decir que las cámaras de gas fueron un «detalle de la historia», mientras que ocho años antes había sido sancionado por negar la existencia de este instrumento de exterminio nazi.
Un lobo con piel de cordero
Su hija, Marine Le Pen, que sorprendentemente está atrayendo votos incluso de la derecha conservadora, tampoco ha dejado de lado el discurso más radical y ha abogado por expulsar a todos los extremistas -todos los musulmanes que rezan en la calle- y prohibir el velo y, también, el kipá. Marine quiere sacar a Francia del euro, al que responsabiliza de los males económicos, cerrar las fronteras y aboga por el «patriotismo económico».
Su discurso se centra en la inmigración y en el paro, que vincula en sus intervenciones para responsabilizar a los que vienen de fuera de la pobreza y el desempleo en Francia, y trata de mezclar la tradición que siempre defendió su padre con una supuesta modernidad. Es el lobo con piel de cordero de los Le Pen.
Sin duda, nunca será presidenta de Francia, pero ha conseguido, poco a poco, que tanto socialistas como conservadores se acerquen más a su discurso antiinmigración e incluso antieuropeo.
Le Pen, en el último tramo de campaña durante un mitin en Marsella y antes de cederle la palabra a su hija, pronunció la polémica frase que han criticado el resto de los partidos.
«Hay una explosión demográfica en el mundo y existe el riesgo que nos invadan. El reemplazo de la población está de camino». Entonces es cuando se refirió al Ébola, el virus africano que comenzó en Guinea y que ya ha producido más de un centenar de muertes, como solución al «torrente migratorio».
Intolerables, según el resto de los partidos
El resto de las formaciones francesas que participan en la campaña han calificado de intolerables las palabras del viejo político.
Olivier Dartigolles, dirigente del Partido Comunista Francés, calificó las palabras de Le Pen de provocación innoble que revela el verdadero rostro del Frente Nacional.
“Más que nunca es la hora de la movilización de todas las fuerzas democráticas. No son las ideas del odio las que deben estar a la cabeza”, dijo Dartigolles en alusión a las elecciones al Parlamento Europeo del próximo domingo, donde el partido de Le Pen está al frente en la intención de voto.
Mientras, el presidente del Consejo General del departamento de Essone, Jérome Guedj, exigió una respuesta penal contra las declaraciones del político ultraderechista y recordó que el racismo no es una opinión, sino un delito.
“En Francia está prohibido llamar al genocidio y al odio racial”, dijo Guedj, y agregó que dichas expresiones no son un simple desliz oratorio.
El peligro de la extrema derecha
Es un hecho que los votos a los partidos de extrema derecha europeos van a crecer exponencialmente el próximo domingo e incluso podrían duplicar sus representantes en el Parlamento Europeo. En la actualidad, el 7% de los europarlamentarios son de extremo derecha o euroescépticos y podrían logran un representación de en torno al 15% en las próximas elecciones, según PollWath2014.
Si bien la extrema derecha no es homogénea en Europa, si coincide en el odio racial y la xenofobia. Existen partidos antisemitas o otros antimusulmanes o ambas cosas, como el Frente Nacional, pero el odio racial al de fuera siempre está presente en sus discursos.
Sin duda sacarán provecho del descontento y de la marginación, aunque también del rechazo a los partidos tradicionales y a la instituciones europeas.
La líder del Frente Nacional (FN) francés, Marine Le Pen, y el líder del Partido por la Libertad holandés (PVV), Geert Wilders, están dispuestos a crear un nuevo grupo parlamentario, al que bautizarían como Alianza Europea por la Libertad.
Evidentemente no podrán hacerlo solos y necesitarán contar con partidos de al menos siete países distintos y que entre sí sumen al menos 25 escaños.
Según las últimas encuestas, el Frente Nacional será la fuerza más votada de Francia y podría lograr hasta 20 escaños, mientras que el partido de Wilders también sería el más votado en Países Bajos.
Objetivo, lograr otros cinco socios
Los cinco socios claramente xenófobos y antiinmigración que necesita Le Pen serían, si consiguen el respaldo necesario, el Partido de la Libertad (FPO) de Austria; el Vlaams Belang (VB) de Bélgica; la Liga Norte de Italia; el SNS de Eslovaquia, y los Demócratas de Suecia (SD).
Sin embargo, los expertos, alegan que se trataría de un grupo muy heterogéneo, en el que hay puntos de fricción entre algunos miembros y podría acabar con la ruptura.
Por ejemplo, el líder del SD, Jimmie Akesson, ha asegurado que su partido aún no ha decidido a qué grupo parlamentario se unirá. «No hemos decidido aún a quién nos uniremos. Somos amigos del Frente Nacional, pero también sentimos una conexión muy cercana con el Partido Popular Danés, que no está cercano al Frente Nacional», añadió recientemente Fuera de este grupo quedaría uno de los partidos euroescépticos por antonomasia, el Partido de la Independencia de Reino Unido (UKIP) de Nigel Farage.
Este último ha dejado claro, tanto por activa como por pasiva, que no tiene ninguna intención de entrar a formar parte de un grupo parlamentario en el que también esté Le Pen.
Farage considera que el Frente Nacional sigue siendo un partido «antisemita», pese a los esfuerzos de Marine Le Pen por remozar la formación tras tomar las riendas de manos de su padre Jean Marie Le Pen -que optará a un escaño en estos comicios-.
Mientras, el UKIP y el PVV sí que mantienen una relación más cercana. De ahí el que en una reciente entrevista a Euronews, Wilders manifestase su confianza en hacer cambiar de opinión a Farage después del 25 de mayo.
«Yo soy más ambicioso que trabajar solo con Le Pen y quería también trabajar en un grupo con Farage» pero él se muestra «negativo» respecto a trabajar con el Frente Nacional. «Espero que tras las elecciones habrá incluso más espacio para que él y otros partidos permitan formar un grupo fuerte», confió.
Tampoco entrarían a formar parte del nuevo grupo EAF formaciones como el partido griego Amanecer Dorado o el húngaro Jobbik, a los que se considera demasiado extremistas, casi nazis. En el caso de los primeros, tras un buen resultado en las últimas elecciones generales griegas han perdido algo de fuelle y obtendrían el 8,5% ciento de los votos.
En cuanto a Jobbik, un partido ultranacionalista, se espera que sea la segunda fuerza más votada en Hungría. Su líder, Gabor Vona, ha optado por abandonar su reivindicación de un referéndum sobre la pertenencia del país a la UE para adoptar una postura que define como ‘eurorrealista’, es decir, a favor de la Europa de las naciones y no de unos Estados Unidos de Europa.
Otros euroescépticos
También estarían fuera del futuro grupo de Le Pen y Wilders otros partidos a los que los sondeos auguran un muy buen resultado. Ese es el caso del Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo en Italia que tras su histórico resultado en las últimas elecciones en el país aspira a convertirse en la segunda fuerza en estas elecciones, con el 25%. La formación podría entrar en un grupo liderado por el UKIP.
En una circunstancia similar está Alternativa para Alemania (AfD) que conseguiría el 7% de los votos. Este partido preconiza la salida del euro y la vuelta al marco y podría incluso sumarse al grupo de los Conservadores británicos (Conservadores y Reformistas Europeos, ECR).