Cada año en China son ejecutados alrededor de un millar de presos, un hecho que el gobierno chino hace muy poco por esconder. La teoría es que si la gente sabe cuales serán las consecuencias de sus acciones, será menos probable que recurran a la delincuencia.
La periodista Ding Yu conducía un programa llamado Dead Men Talking, en el que entrevistaba a los presos, poco antes de su ejecución. Durante el programa –cancelado esta semana por la cadena HNTV, de la provincia de Henan, se ofrecieron 225 entrevistas, y gracias a ellas se ha podido conocer algo sobre cómo funciona el sistema legal chino.
Mientras que en el resto del mundo la audiencia está centrada en formatos como Gran Hermano o concursos como Operación Triunfo, en China los espectadores prefirieron observar lo que sucedía en el corredor de la muerte, gracias a Dead Men Talking.
Durante los últimos cinco años, este sorprendente espectáculo logró consolidar un público estable de 40 millones de espectadores que, cada semana, se sentaban a ver el programa. Lo más curioso del asunto es que Dead Men Talking era un programa aprobado por el celoso Gobierno comunista.
Su cancelación coincide en el tiempo con el momento elegido por las cadenas BBC y PBS para comenzar la emisión de documentales con el »Making of» de la filmación y producción. El canal PBS, por ejemplo, ya ha advertido de que «el documental no es para espíritus débiles».
El canal agrega que «casi todos los entrevistados son responsables de horrendos crímenes violentos, incluyendo un hombre que profanó el cadáver de su madre después de haberla asesinado y un grupo de delincuentes profesionales que por error secuestraron a una joven de una familia pobre, pero la violaron y mataron igualmente».
Desde el canal explican que «los temas explorados son a la vez fascinantes y complejos. El tema es brutal y triste». La serie se cobró peaje en la persona de Ding Yu, quien reconocía esta semana en el canal PBS que ha pagado un precio emocional por su trabajo.