Aunque suene extraño, algunos presos reciben en el patio de las cárceles a decenas de cachorros para que los entrenen durante cerca de un año y medio, para luego entregarlos a soldados con discapacidades o con traumas de guerra. El proyecto »Puppies Behind Bars» (Cachorros entre Rejas) demuestra que pese a la severidad de las cárceles, los proyectos de rehabilitación también existen en EEUU. Además, por Navidad, los soldados reciben este regalo tan especial capaz de cambiar sus vidas para siempre.
Este proyecto es una doble ayuda. Por un lado, ayuda a los presos, y por otro, a los veteranos de guerra, que aprovechan el trabajo recibido por un cuidador.
Gloria Gilbert, fundadora y directora de »Cachorros entre Rejas», asegura que “la idea de crear esta fundación nació en Nueva York en 1997. Alguien me habló de esta idea y me gustó mucho, así que decidimos crear este proyecto”, asegura.
Los presos “están muy contentos de que contemos con ellos para cuidar de estos perros. Ellos solo quieren ayudar”. Además, asegura que “los soldados también han acogido muy bien esta iniciativa, porque no pueden contarle a sus familias lo que sienten, lo que han sufrido durante la guerra, en parte, porque no quieren hacerles daño”, pero los perros son la idea perfecta porque “son capaces de sentir su dolor y actuar”, asegura la directora.
En este proyecto intervienen presos de todo tipo que logran redimirse un poco con el servicio que le prestan a la sociedad. Para cuidar y educar a estos perros, los presos reciben clases y guías psicológicas para poder entrenarlos. Normalmente, se enseña a ambas partes a construir un vínculo. A partir de ahí, les enseñan a coger el teléfono, a abrir ventanas, a encender o apagar la luz y lo que sea necesario para que su dueño final, el soldado, esté lo más cómodo posible.
Gloria asegura que “a los que llevan mucho tiempo en la cárcel, se los enseña a amar de nuevo (con los perros) y a hacer algo correcto”. Por su parte, “los soldados aprenden que pueden ser de nuevo amados”.
Lo más difícil para todos los presos es, sin duda, tener que renunciar a ellos para que se encuentren y ayuden a su nuevo dueño.