Ahmed Haou permaneció durante 10 largos años en una celda. Esperando la muerte: “Cada vez que abrían una puerta, pensaba que iban a ejecutarme”, explica a www.teinteresa.es. Durante una década perdió la noción del tiempo y el espacio. “Las luces no se apagaba ni de día ni de noche”, asegura. En su celda, las ratas fueron sus compañeras y el terror una sensación que no le abandonó nunca.
Ahmed fue condenado durante el reinado de Hassan II en 1984. “Me acusaron de atentar contra el Estado e incitar la guerra civil en Marruecos”, señala. Cuando la policía fue a su casa “maltrataron a mis padres y persiguieron a mi mujer. No quería permitir que continuasen torturando a mi familia, así que entregué”
Empezó entonces un periplo por las cárceles marroquíes “Primero me torturaron brutalmente. Me golpearon en todo el cuerpo. Me vendaron los ojos, Me ataron las manos y los pies”, explica en francés Ahmed. “En la sala de tortura había un médico que comprobaban hasta donde mi cuerpo aguantaba las palizas antes de morir”.
Después me trasladaron al corredor de Quiretra Kenitra. Una gastritis crónica y una hernia discal son las secuelas del infierno en el corredor de la muerte marroquí.
La presión internacional y el apoyo de ONG pro derechos humanos consiguieron que Ahmed fuese liberado. “Fue un 13 de octubre de 1998. Ese día volví a nacer”.
La opinión pública es frágil cuando se trata de la pena de muerte
En el corredor de la muerte, Ahmed compartió celda con asesinos, violadores, ladrones…Asegura que para esos delitos, “la sociedad marroquí acepta la condena a pena de muerte”. Ahora bien, cuando se trata de cuestiones políticas “la rechazan”
En la actualidades es empleado del Consejo Nacional de Derechos Humanos de Marruecos y cuenta su experiencia de estar encerrado en los atroces corredores de la muerte, viendo pasar, los minutos apenas esperanza