En Filipinas, tras 100 días de gobierno, se habla de 3.400 ejecuciones extrajudiciales y el presidente Duterte ha llegado a comparar su deseo de acabar con los drogadictos con el de Hitler en relación a los judíos.
Mientras era alcalde de Davao, los “escuadrones de la muerte” ejecutaron a varios cientos de personas, incluidos menores. En su carrera por las presidenciales, a la pregunta de los reporteros en relación a lo anterior, irónicamente respondía que su adversario, el congresista Nograles, infra estimaba las cifras.
Hace unos días las encuestas arrojaban una aprobación mayoritaria de su gestión.
Quizás por su lucha sin cuartel contra la delincuencia aunque gran parte de ellos sean sólo drogadictos, pequeños rateros o los llamados ”niños de la calle”.
En foros y discusiones de amigos, el debate seguridad y libertad es habitual. En algunos de ellos la balanza se inclina hacia la seguridad, no por un conservadurismo mal entendido, sino por considerar que como “hombres de ley” no tenemos nada que perder en ese binomio.
Sin embargo, en esos momentos siempre recuerdo a Martin Niemöler y su poema “Primero vinieron»: Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista. Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista. Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante. Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».
Ha llevado siglos sustituir la fuerza por el derecho y seguimos aún en ese camino.
¿3.400 ejecuciones extrajudiciales? No puedo creer que no tengamos nada que perder.