Al menos 2,000 palestino murieron durante el último enfrentamiento con Israel, la mayoría de ellos civiles. Un balance catástrófico para la Franja, donde al menos 18,000 viviendas fueron destruidas. Seis meses después de declararse el cese al fuego entre el ejército israelí y Hamas, 10.000 personas continúan sin tener un techo adecuado para vivir.
En octubre del año pasado, donantes internacionales pidieron ayuda para la reconstrucción de Gaza, pero poco dinero fue recaudado. Algunas personas expresaron su preocupación acerca de que los fondos podría ser utilizado por Hamas para rearmarse y construir más túneles. Otras voces apuntaron que la mala situación humanitaria puede desencadenar en un aumento del extremismo. ¿Depende la estabilidad de la ayuda internacional?
Ignacio Álvarez-Ossorio expero en Mundo Árabe insiste en que “la situación de la Franja desespera desde hace mucho tiempo”. En su opinión, es cierto que la situación se ha agravado en los últimos seis meses, sobre todo en algunas zonas especialmente golpeadas por la ofensiva isralí, pero viene siendo desesperada desde el año 2006, cuando Hamas ganó las elecciones y se impuso el embargo”.
En este sentido, señala que “el principal problema es que la comunidad internacional se contenta con poner tiritas”. El hostigamiento y asfixia es consecuencia del voto de la población a Hamas en las elecciones de 2006. “El problema de Gaza es que es una zona superpoblada donde vive más de un millón y medio de personas en solo 365 kilómetros cuadrados no se resuelven con tiritas si no yendo al fondo que es levantar la sanciones y reanudar el proceso de paz”, asevera.
La ONU phizo un llamamiento para apoyar Gaza
A principios de febrero, la ONU hizo un llamamiento a los donantes internacionales que se comprometieron a apoyar a Gaza con 5.400 millones de dólares, tras la guerra, y que no cumplieron con su promesa. Sin esos fondos, los esfuerzos para evitar un nuevo conflicto serán vanos.
Un empeoramiento de la situación supondría un nuevo revés para un Autoridad Palestina políticamente débil, que afronta enormes problemas financieros. Seis meses de vida precaria en centros de acogida improvisados son un terreno fértil para la desesperanza. Naciones Unidas hablaba hace poco de la «presión casi insoportable» que pesa sobre los gazatíes.
La ONU «nos anima a que nos vayamos. ¿Pero adónde vamos a ir? Oímos todas las promesas de la ONU y de la Autoridad Palestina, pero no vemos ni un céntimo de los árabes ni del resto del mundo», asegura a AFP, enfadado, Ali, de 32 años
No tenemos con que alimentarnos
Los habitantes se las arreglan como pueden para conseguir unos pocos shékels. Anas Berdaa, de 12 años, vende las raciones de comida que la ONU le da cada día a los ocho miembros de su familia para pagar el autobús.
Desde que su casa fue destruida en el barrio de Chajaya, la familia vive en la sala de una escuela de la ONU, donde se hacinan más de 500 desplazados.
«No tenemos con qué alimentarnos, ni con qué calentarnos», cuenta su madre, Nermin, de 32 años, que dio a luz hace cuatro meses en esa misma escuela.
«Por la noche, no duermen por culpa del frío y, psicológicamente, están totalmente destruidos», dice a propósito de sus hijos. «En realidad es como si estuviéramos muertos«, lamenta.