En las últimas décadas la familia Al Assad ha defendido a los cristianos porque ellos también eran perseguidos y mal vistos por la mayoría de los musulmanes, así lo explica David Odalric de Caixal, el director del Área de Análisis, Investigación y Formación Universitaria en Seguridad y Defensa Ecosed. (Espacio Corporativo de Seguridad y Defensa)
En todos los países de Oriente Medio, a excepción quizá del Líbano, donde los cristianos son bastantes, casi el 40% de la población, y tienen la suerte de vivir en el mismo lugar geográfico, el norte del país, los cristianos se sienten amenazados y si pueden, huyen. No sólo en Oriente Medio, también en Egipto y Libia. «La persecución islamista sigue martirizando a los cristianos de Nigeria, Irak, Egipto, Somalia, Chad Sudán… sin ir más lejos con el atentado en la iglesia cristiana de Pakistán, dejando 80 víctimas mortales. En Siria, los islamistas apoyados por Occidente, están asaltando pueblos cristianos y asesinando a cuantos cristianos caen en su poder cuando estos se niegan a renegar de su religión y de Cristo», explica el experto
De Caixal subraya que la Comunidad Internacional no hace nada para ayudar a los cristianos, lo que tendrá enormes repercusiones en la región, «Al Assad es un tapón, no se puede permitir que el país caiga en manos de los rebeldes», señala. Preguntado por las razones de esta falta de amparo, apunta «al laicismo tan acuciante en Europa que da la espalda a los cristiano.» En su opinión, si cae Bashar al Assad en Siria, «la comunidad cristiana en esa región será exterminada al igual que ha ocurrido con la comunidad cristiana en Irak. El Gobierno de Bashar al Assad es un mal necesario para la estabilidad geoestratégica en Oriente Medio, y para salvaguardar a la comunidad cristiana de Siria», destaca.
De Caixal habla de la toma de la ciudad de Malula como ejemplo de la persecución a los cristianos. «Tenemos un ejemplo muy clarificador con la conquista de Maaloula, que fue notable porque allí vivió una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo, donde la gente todavía habla arameo, la lengua que Jesús usó. Situado a 50 kilómetros de la capital, Damasco, un pequeño pueblo de 3.000 personas estaba casi desierto. Se estima que el 80% de la población, la mayoría de los cristianos ortodoxos y católicos se refugiaron en las ciudades vecinas. Pero no antes de ver que la mayoría de sus iglesias y casas fueron saqueadas, quemadas por los islamistas radicales. Tuvieron que escuchar la amenaza de que “cualquier persona que no se convierte al Islam se le cortaría la cabeza”.
Los cristianos son el 5 por ciento en Siria
La comunidad cristiana se ha convertido en blanco de los ataques de uno y otro bando, de las fuerzas del régimen que les utiliza como defensa, y de los opositores que luchan para derrocar al presidente Bashar al Assad.
Según el investigador francés Fabrice Balanche, el 80% de los sirios son sunitas, en torno a un 10% son alauitas (una rama del chiismo que es la confesión del presidente Bashar al Asad) un 5% cristianos y un 3% kurdos.
Con 1,8 millones de personas, la comunidad cristiana permaneció, en su mayoría, al margen de la revuelta popular que derivó en un conflicto armado. Sus dirigentes y parte de la comunidad se posicionan a favor del régimen por miedo a los islamistas. Pero la guerra les ha golpeado al final y se han convertido en objetivo de los combates armados.