Poco antes de ejecutar a James Foley este martes, ISIS, o Estado Islámico, había pedido un rescate por él. Por cientoveinticinco millones de dólares lo liberarían, informaron a su familia, que respondió al mensaje pidiendo clemencia.
Una clemencia que no ocurrió, al igual que no ocurrió el pago del rescate pedido por el grupo terrorista, que también pedía la liberación de presos de al Qaeda en EEUU. Su familia y amigos se afanaron en recaudar la cantidad, a pesar de saber que no llegarían a la cantidad pedida. Esperaban recaudar 5 millones al menos, pero entonces llegó el terrible vídeo de su muerte.
El pago de rescates está prohibido en EEUU, que los considera financiación terrorista. En una reunión el año pasado, el G8 acordó no pagar, pero miembros del grupo, Francia y Alemania, siguen pagando rescates.
La muerte de Foley y la negativa de Estados Unidos a pagar las demandas de grupos terroristas ha reavivado el debate en torno a esta decisión. Tanto Estados Unidos como Gran Bretaña se niegan a responder a las peticiones de grupos terroristas, al creer que lo único que hace esto es perpetuar el problema.
Otros países europeos, entre ellos España, sí que realizan el pago, algo que podría haber provocado la muerte de Foley, han apuntado algunas fuentes, que señalan que la división en torno al problema es precisamente lo que llevó a que ISIS ejecutara al periodista norteamericano.
Los principales medios norteamericanos se han hecho eco del debate, entre ellos, el New York Times. En un editorial publicado este jueves, explica: «no hay una respuesta sencilla sobre si ceder ante la extorsión terrorista.
EEUU y Gran Bretaña se niegan a pagar rescates, y hay evidencia de que los secuestradores apuntan a víctimas basándose en la posibilidad de un pago. Si todo el mundo se negara a pagar, los terroristas quizá no tendrían incentivos para convertir los secuestros en una industria«.