El Estado Islámico ha matado al menos a 400 civiles, la mayoría mujeres y niños, en la ciudad siria de Palmira, recientemente tomada por los yihadistas, según ha informado la televisión estatal siria.
Los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI) tomaron este domingo un puesto fronterizo iraquí en la frontera con Siria, afianzando su poder en el corazón de su autoproclamado califato.
Con esta nueva conquista, el EI controla las dos carreteras principales entre Siria y la provincia iraquí de Al Anbar (oeste), resultado de su mayor ofensiva en los últimos meses.
Hace una semana, los yihadistas sunitas conquistaron la ciudad iraquí de Ramadi y, días después, tomaron la localidad de Palmira, en Siria.
El EI se adueñó este domingo del puesto de Al-Walid, después de la retirada del ejército y los guardias fronterizos, explicó un coronel de la policía. Tres días atrás, había conquistado el lado sirio de esa frontera.
«No había apoyo militar para las fuerzas de seguridad y estas no eran suficientes para proteger el puesto», dijo Suad Jasem, un responsable de Al Anbar.
El auge del EI suscita dudas sobre la eficacia de la campaña aérea iniciada hace ocho meses por una coalición liderada por Estados Unidos.
Los aviones de esa coalición han realizado más de 3.000 bombardeos en Irak y Siria desde agosto de 2014, y han intensificado los ataques en los últimos días en un intento de detener a los yihadistas.
DETENER CONQUISTAS
Las fuerzas iraquíes retomaron el sábado la localidad de Husaybah, a siete kilómetros al este de Ramadi, la capital de la provincia de Al Anbar.
Uno de los principales líderes tribales sunitas, el jeque Rafia Abdelkarim al Fahdawi, desplegó sus fuerzas, cuyos conocimientos del terreno podrían resultar claves para las tropas gubernamentales.
En la operación también participaron la policía local y federal, la fuerza de intervención rápida del ministerio del Interior, soldados del ejército iraquí y las fuerzas paramilitares chiitas de las Unidades de Movilización Popular, dijo un responsable policial.
Michael Knights, del think tank Washington Institute, opina que el gobierno y sus aliados no deberían perder tiempo en atacar a los yihadistas en Ramadi para impedir que se apoderen de más territorio en Al Anbar.
Irak debe conseguir detener al EI «antes del inicio del Ramadán a mediados de junio, cuando el movimiento terrorista no dudará en lanzar ataques contra religiosos chiitas y civiles en Bagdad y en la ciudad santa de Karbala», afirma.
Las fuerzas gubernamentales también combaten al grupo yihadista en otros frentes, como la refinería de petróleo de Baiji, a unos 200 kilómetros al norte de Bagdad.
Tropas de élite llevan cerca de un año defendiendo la mayor refinería del país ante los asaltos del EI, y en las últimas semanas, recibieron refuerzos de las Unidades de Movilización Popular.
CONTROL DE PALMIRA
En Siria, varios analistas consideran que la toma de Palmira sitúa a los yihadistas en posición de lanzar ofensivas contra la capital Damasco y Homs, la tercera ciudad del país.
Después de que el EI destruyera varios tesoros arqueológicos en Irak, la comunidad internacional teme que suceda lo mismo con Palmira, una ciudad de más de 2.000 años, famosa por sus columnas romanas, sus templos y sus torres funerarias.
El sábado, el jefe de Antigüedades sirias dijo que combatientes del grupo habían entrado en el museo de Palmira, aunque la mayoría de las piezas del museo ya habían sido trasladadas a Damasco.
El avance del EI en Siria e Irak ha obligado a decenas de miles de civiles a huir de sus casas.
Al menos 55.000 personas abandonaron Ramadi y se sumaron a los más de 2,8 millones de desplazados en Irak desde comienzos de 2014.
Las organizaciones humanitarias y varios políticos han instado al gobierno de mayoría chiita a permitir que familias enteras, que llevan días bloqueadas en un puente, puedan cruzarlo para buscar refugio en Bagdad y más allá de la capital.
Las autoridades piden que los desplazados tengan un «padrino» antes de entrar a la capital, donde algunos los acusan de haber sido infiltrados por el EI.