Nada hacía sospechar, aquella mañana del 16 de abril de 2007, que una de las peores matanzas de Estados Unidos se cernía sobre la Universidad de Virginia Tech. Pero el surcoreano Cho Seung-Hui, alumno de 23 años de la institución, lo tenía todo perfectamente planeado.
Fuertemente armado, Cho entró en la habitación de su exnovia y la mató. También asesinó al que era su nuevo novio. Y después, en una recorrido mortal y sangriento, el joven comenzó a recorrer diversas instalaciones de la Universidad asesinado a un total de 30 personas más. Después se suicidó.
Estados Unidos y el mundo entero se conmocionaron con la matanza. Era la peor en número de víctimas hasta la fecha, que en Columbine (año 1999, 13 muertos y los dos asesinos suicidados), que tanto marcó a la sociedad estadounidense y que supuso un antes y un después en el debate del derecho a la tenencia de armas.
Mucho se habló también de salud mental mental de los que cometen este tipo de acciones. Suelen ser jóvenes adictos a videojuegos, solitarios, con una debilidad especial por las armas y, en muchos casos, alumnos brillantes. En el caso de Cho, se supo después que en 2005 había sido diagnosticado por los médicos como una persona enferma mental con necesidad de hospitalización. Pero no lo hizo, y nunca tuvo seguimiento médico.
Antes de cometer la masacre, Cho envió un vídeo a la NBC News con un manifiesto escrito, en el que hacía referencia a acosadores sexuales y criticaba a la clase política y a la sociedad en general: «Por mis niños, por mis hermanos y hermanas que vosotros jodisteis, lo hice por ellos. Habéis tenido cien billones de oportunidades de evitar lo de hoy. Pero habéis decidido derramar mi sangre«.