Las tropas francesas que han llegado a la República Centroafricana no lo están teniendo fácil. Menos de veinticuatro horas después de que iniciaran el desarme de las tropas rebeldes en la capital, Bangui, ya han muerto dos soldados galos. Y eso, tras el estallido de violencia que la semana pasada se cobró al menos 400 vidas.
“Todavía hay una violencia latente, sistemática”, asegura desde Bangui el Obispo de Bangassou, el español Juan José Aguirre. “Muchos Seleka (los soldados que los galos deben desarmar) se han vestido de civil para confundirse entre la población”, constata Aguirre que se ha visto ‘atrapado’ en Bangui y debe esperar a que las cosas se tranquilicen para poder regresar a su diócesis.
“Los que parecen tener ahora la sartén por el mango, son ahora, aquellos que vieron pisoteados sus derechos en los últimos diez meses, y hay sentimientos revanchistas, existe un riesgo importante de venganzas”, explica el cordobés.
Como Aguirre viene relatando en las páginas de Teinteresa.es desde hace casi un año, la República Centroafricana ha vivido inmersa en el miedo y el caos. La coalición rebelde Seleka, de corte islamista e integrada por muchos mercenarios extranjeros, depuso en el mes de marzo al presidente François Bozizé.
Desde entonces se produjeron todo tipo de violaciones de los derechos humanos. Asesinatos, pillajes… y miles de desplazados que han huido, aterrorizados de su hogar. La mayoría de las ONG’s abandonaron el país. Únicamente las misiones, Médicos Sin Fronteras y Cruz Roja, permanecieron.
El gobierno de transición impuesto por los propios Seleka ha sido incapaz de restablecer el orden. Ni siquiera decretando la disolución de la milicia, ni con la ayuda de fuerzas africanas que llevan meses intentado poner orden.
Una situación de alto voltaje en un país de mayoría cristiana y un 15% de población musulmana. “Se han visto escenas de pillaje de comercios musulmanes, con 300 o 400 personas (…) y éstos, a su vez, se defendían con machetes”, relata por teléfono monseñor Aguirre. Los pillajes son, la punta del iceberg. Las muertes de las jornadas precedentes se deben a los enfrentamientos entre los Seleka que no han querido deponer las armas y los llamados anti-Balaka, grupos cristianos que se enfrentan a ellos.
En Bangui nadie se atreve a volver a su casa porque aunque “en el centro de la ciudad la vida retoma su curso lentamente, en los barrios periféricos hay mucha inseguridad”, relata Aguirre. Miles de personas buscan refugio nocturno en las Parroquias y centros religiosos, “hay unas 6.000 donde los Salesianos” calcula el Obispo. Aclara que por ejemplo, “la mezquita ha sido completamente saqueada y por eso, se temen las represalias”.
En este ambiente, las tropas galas tienen como misión “proteger a la población y ya han intervenido en linchamientos o cuando ha habido heridos”, señala.
La tensión también se palpa en otros puntos del país. Como recuerda Aguirre, en “Baka y Samara se han producido muchos encontronazos interconfesionales”.
Más afortunados han sido en su diócesis, en Bangassou. Allí, también sufrieron con la llegada de los Seleka, pero ahora “la gente está muy tranquila. De momento no ha habido ninguna revuelta”. Es el fruto del trabajo de una comisión de intermediación que ha “intervenido con mucho éxito” para apaciguar los ánimos.
En Navidad, el Obispo de Bangassou se unirá con gente “que lo ha perdido todo”, en el pueblo de Sellim, donde “se quemaron 400 casas, justo enfrente de la Parroquia”.
El español espera que el país recobre lentamente la calma. Hace meses que aguardaba el aval de la ONU a una intervención francesa. Durante todo este tiempo, ha denunciado, al igual que numerosos organismos internacionales, el peligro que se cernía sobre uno de los países más pobres del mundo.
La comunidad internacional teme que si no se consigue controlar la situación todo desemboque en sucesos similares a los de Ruanda en los años 90. También se ha advertido sobre el peligro que un territorio que comparte frontera con Sudán y el Chad, se convierta en un santuario islamista.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un vídeo difundido por la Casa Blanca, pidió a los centroafricanos rechazar la violencia que «desgarra» su país y detener a los autores de los «crímenes».
«Sabemos, por la amarga experiencia de otros países, lo que se produce cuando las sociedades caen en la violencia y la venganza. Hoy, mi mensaje para ustedes es simple: no es inevitable. Ustedes, habitantes orgullosos de la República Centroafricana, tienen el poder de elegir una vía diferente», asegura.
Han sido meses duros en la República Centroafricana en los que pocos supieron escuchar las peticiones de ayuda. Ahora, Francia, Estados Unidos y el resto de la comunidad internacional, se han puesto en marcha, esperando que no sea demasiado tarde para los que todavía están vivos.
A través de la Fundación Bangassou (»http://www.fundacionbangassou.com») se recaudan fondos con el fin de reconstruir las instalaciones destruidas.