El huracán Sandy ha entrado en su fase más peligrosa con vientos de 150 km/h dejando gran parte del Estado de Nueva York sin luz. Nicolasa Morales, una vecina de Mamaroneck, al este de la ciudad, está sufriendo, cual de película de ficción se tratara, el huracán a las puertas de su casa. » Nos acabamos de quedar sin luz en mi casa pero la situación parece que está controlada, aunque en algunas casas los árboles están causando destrozos».
Mamaroneck es una ciudad muy pequeña de apenas 19.000 habitantes, pero es una zona complicada ya que está cerca del mar, lo que aumenta la sensación de peligro. Por eso gran parte de la gente que vive en la costa ha sido evacuada al High School de la ciudad. «Han sacado a toda la gente de la costa porque son los que corren más peligro y los han metido en el High School provisto de comida y bebida», asegura Morales.
Los vientos huracanados han dejado muchos árboles en mitad de las calles y en alguna de las casas colindantes. «Una vecina ha sufrido daños en su jardín porque un árbol ha caído sobre su casa pero no ha habido víctimas», asegura Morales que vive bajo la angustia de saber cuándo volverá todo a la normalidad.
Todos los pueblos cercanos están alertados sobre la gravedad de Sandy y tanto los colegios y pocos dueños de establecimientos se han atrevido a abrir los puertas. «Mi marido está trabajando en la tienda pero hay muy pocas abiertas. Me ha dicho que lo único que se vende son botellas de agua y algo de comida», afirma Morales.
Las casas de Mamaroneck están previstas de sacos de arena en las puertas y ventanas para que el agua no entre en las viviendas. Los colegios permanecerán cerrados hasta el miércoles y se espera que todo termine el martes por la noche. Quedan 24 horas de sufrimiento para que Sandy sea solo un recuerdo de la tragedia que pudo ser… y no fue. Eso es al menos lo que Nicolasa Morales espera.