Las circunstancias que rodearon la liberación del sargento Bowe Bergdahl , “únicas” en palabras del Gobierno de Estados Unidos, son las que permitieron que Barack Obama se saltara una ley federal. Precisamente por eso, el presidente de Estados Unidos se ha mantenido a la defensiva desde que se anunció el proceso de intercambio de presos.
El Ejército investigará las circunstancias de la desaparición y captura en 2009 del militar, acusado de desertor por algunos compañeros. El Ejército revisará el caso en un esfuerzo «abarcador» y «coordinado», que incluirá conversaciones con el sargento, para comprender mejor lo sucedido y las decisiones se tomarás entonces «de acuerdo con las prescripciones, las políticas y las prácticas adecuadas», según dijo el secretario, John McHugh, en un comunicado.
Según recoge el diario ‘The New York Times’, la Casa Blanca se ha visto obligada a defender su decisión de no comunicar al Congreso la negociación y, después de haberla tomada, ha pedido disculpas a los diputados que no conocieron la situación y se quedaron fuera de la decisión.
La posibilidad de que se realizara el intercambio de prisioneros emergió, realmente, dos semanas antes de que ésta tuviera lugar, por lo que a mediados de mayo, la Casa Blanca ya tenía información suficiente como para hablar de la inminente liberación de Bowe Bergdahl. No obstante, altos cargos cercanos a las conversaciones aseguran que era deseo de la propia Casa Blanca mantener las negociaciones en secreto, por miedo a echar por tierra la negociación.
Tras aterrizar en Polonia durante su viaje oficial de cuatro días por Europa, Obama también ha tenido que seguir a la defensiva tras haber tomado la decisión de liberar a Bergdahl. ¿Se merecía el sargento tantos esfuerzos para devolverle a su hogar? Sí, fue la respuesta de Obama. “Estados Unidos tiene una regla sagrada y es que nunca dejaremos a nustros hombres y mujeres detrás”.
La ley federal obliga a avisar 30 días antes al Congreso
El problema que se ha generado dentro de la propia Casa Blanca viene por un estatuto federal que obliga al secretario de Defensa a informar, con 30 días de antelación, acerca de cualquier transferencia de detenidos de la prisión de Guantánamo. Sin embargo, el secretario de Defensa, Chuck Hagel, informó de ello sólo cuando el intercambio estaba teniendo lugar.
Diputados republicanos han acusado a Obama de haberse saltado esta ley, y con razón. No obstante, el presidente de Estados Unidos apela a esas “circunstancias únicas” en las que se encontraba el caso del sargento, que hicieron impracticable el cumplimiento de esta ley.
También el jefe de personal de la Casa Blanca, Denis McDonough, ha intentado calmar la ira de los diputados que se quedaron fuera de la negociación y que critican la violación de la ley de presidente, después de asegurar que “no contaban con 30 días” para informar sobre las negociaciones con los talibanes.
En defensa del presidente también se ha expresado la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Caitlin Hayden, que eximió de la obligatoriedad de avisar con un mes de antelación en caso de que se den “circunstancias únicas”, esas a las que Obama ha apelado desde que Bergdahl fue liberado.
“Teniendo en cuenta las informaciones, creíbles, sobre el riesgo de daños graves que podría sufrir el sargento Bergdahl, y los rápidos acontecimientos que se desarrollaron en torno a su recuperación, era lícito para el Gobierno proceder a esa transferencia a pesar del requisito de notificar con un mes de antelación”, aseguraba Hayden, haciendo alusión a la Ley de Autorización de Defensa Nacional de 2014.
Realmente, las declaraciones de Hayden son una interpretación de la obligación que se prevé en el estatuto federal.
Obama comenzó a diseñar el plan de rescate cuando fue capturado
A los pocos meses de haber sido capturado el sargento Bergdahl, Obama y su equipo de Gobierno ya comenzaron a considerar cuál sería el plan de rescate. Las circunstancias que rodearon el secuestro obligaron al Ejecutivo a plantearse la posibilidad de compartir más inteligencia con el Gobierno paquistaní, a pesar de las preocupaciones sobre su lealtad. En caso de no ser así, la segunda opción era la de desplegar soldados estadounidenses para intentar liberar a Bergdahl. Ninguna de las dos propuestas fue aprobada por el equipo de Gobierno de Obama.
David Sedney, quien hasta el año pasado fue uno de los principales supervisores de las políticas del Pentágono en Afganistán y Pakistán, cree que “había vías de negociación que se podían haber explorado”. “Concretamente, había que presionar más a Pakistán para ofrecer más inteligencia. No sé si actualmente están ayudando, a pesar de las continuas peticiones. Pero habría habido más probabilidades de rescatarlo”, añade.