Quizás Manuel Valls creía, durante su viaje a Barcelona, que convencería a la socialdemocracia española de que su política no seguiría una línea ligeramente a la derecha del centro, la que todos esperaban de él y que sus compañeros de partido ya empezaban a criticar. “En Francia no hacemos política de austeridad como en España”, eran las palabras con las que se expresaba el pasado mes de mayo cuando quiso acompañar a sus colegas socialistas en la capital catalana.
En este viaje, Valls hacía repaso de sus reformas y las ponía sobre la mesa frente a las que puso Mariano Rajoy en España desde que tomó el cargo, en 2011. La de Francia no es una política de austeridad y los franceses no tocamos las pensiones. Fueron las dos ideas clave del discurso del primer ministro galo. Hollande ya fue el primero en dar marcha al programa electoral de… Rajoy.
Y aunque ha intentado demostrar que no, que las reformas que ha llevado a cabo el Gobierno de Mariano Rajoy poco tienen que ver con las que él ha aprobado desde que accedió al cargo, a finales del pasado mes de abril, parece difícil no encontrar similitudes entre el camino que ha seguido el catalán desde el Elíseo y el presidente español desde la Moncloa.
A los socialistas franceses poca gracia les hacía el giro a la derecha que supuso la sustitución de Jean-Marc Ayrault por Manuel Valls al cargo del ministerio del Interior, pero la gota que colmó el vaso fue la aprobación del Plan de Ahorro de 50.000 millones de euros para los próximos dos años y medio, un plan que se acerca sigilosamente al que aprobó Rajoy cuando se convirtió en presidente.
Más de 36.000 millones de euros, el mayor recorte de la historia de España, fue el recorte que aprobó el Gobierno de Rajoy en el momento de su creación. Se comprometió, en un principio, a no recortar más de 16.500 millones si se encontraba con unos datos de déficit del 6%, pero se encontró con dos puntos más. Resultado: 20.000 millones más de recorte para 2012. Los expertos ya daban cifras entonces y aseguraban que si el Ejecutivo no conseguía acumular un superávit anual de entre 20.000 y 30.000 euros, nunca se conseguiría llegar al déficit comprometido. Para 2013, Rajoy previó otra subida drástica que, incluyendo la subida de IVA, conseguiría acumular 25.000 millones de euros.
Lo mismo le ocurrió con Valls en el momento de subir al poder, aprobando lo que luego se convirtió en la medida más impopular del primer ministro de Francia: los 50.000 millones de ahorro en gasto público galo de 2014 a 2017.
Las pensiones de Francia, ¿intocables?
Esa fue la idea que Valls quiso demostrar en ese conocido viaje en el que volvió a su barrio natal de Barcelona: que los franceses no tocaban las pensiones, señalando directamente al gobierno de Mariano Rajoy. Aunque lo hace con la misma actitud con la que se expresó el presidente español antes de entrar en la Moncloa: el Ejecutivo no sólo no congelará las pensiones, sino que las subirá.
Sin embargo, el 30 de noviembre de 2012 el Gobierno aprobó un decreto-ley en el que recogía, entre otras medidas, la no actualización de las pensiones con la desviación del IPC interanual. Este decreto provocaba que las pensiones no fueran revalorizadas en base al IPC, es decir, que se mantuvieran estáticas a pesar de la subida de impuestos de 2011, obligando a las personas que cobran pensiones a disminuir considerablemente su poder adquisitivo.
Los mismos pasos siguió Manuel Valls, quien decía no tocar las pensiones: al entrar en el Elíseo decidió que las pensiones, cuya fecha de revalorización ya se había retrasado de abril a octubre en la anterior reforma, no subirían ni un punto en todo el año.
Al igual ocurrió con los sueldos de los funcionarios, que fueron congelados en el mismo momento, igual que lleva haciendo la Ejecutiva de Rajoy desde el mes de noviembre de 2011. También algunas de las medidas fiscales que llevó a cabo cuando se convirtió en primer ministro son similares a esas incluidas en la ligaramente reformada reforma fiscal de Rajoy.
Manuel Valls bajó las cotizaciones patronales, eliminó las cotizaciones a la Seguridad Social que pagan las empresas por trabajadores con salario mínimo, redujo las retenciones a las ayudas familiares y presentó nuevas ayudas a los autónomos.