«No es una mala manera de ganarse la vida», explica uno de ellos al diario Excelsior, aunque «es un poco fastidioso». El diario recoge la historia de Luis, un chico de 23 años y representante de todo un nuevo fenómeno en Venezuela: es un »profesional de colas».
En Venezuela, debido a la escasez en supermercados y comercios, por la política económica del gobierno, se ha creado un nuevo perfil profesional: personas que se dedican a ocupar sitio en las colas delante de los comercios a cambio de unos 600 bolívares, unos 3,5 dólares en el mercado negro (95 dólares a la tasa de cambio oficial). Serían unos 80 euros a la tasa de cambio actual.
Una profesión que además está en auge: la escasez es creciente en el país y el interés por comprar productos subsidiados, también. El trabajo consiste en levantarse pronto, antes del amanecer, soportar largas horas bajo el sol, esquivar y en ocasiones sobornar a las fuerzas de seguridad, para terminar el »turno» laboral vendiendo el sitio en la cola al mejor postor. Los »hacedores de colas» pueden hacer esto dos o tres veces al día.
La escasez en el país es recurrente, pero desde finales del año pasado se ha exacerbado: las colas son kilométricas debido a la falta de productos básicos, como pañales, carne, champú, detergente… la lista es interminable, apunta este diario mexicano. La situación ha llegado a tal punto que estas Navidades el gobierno se vio obligado a emitir anuncios de 30 segundos en la televisión estatal en los que pedía a los venezolanos a frenar las «compras nerviosas».
Uno de los últimos productos en llegar a un punto límite es el azúcar: han tenido que cerrar ya unas 20 empresas de dulces en el país debido a la escasez en el último año.