«Cualquier intervención dentro de un país soberano requiere una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Allí hay cinco países con derecho de veto, y dos de ellos -Rusia y China- ya han dicho que no apoyarán algo similar a la intervención en Libia. De hecho, Rusia y China hasta han rechazado las propuestas de sanciones económicas a Siria. ¿Por qué? Por un lado, porque estas dos superpotencias son muy conscientes de la delicada situación geoestratégica de Siria y, por otro, porque Rusia y China por definición se oponen al que unos países interfieran en la soberanía interna de otros, por muy humanitarios que sean los motivos aducidos.
Hay que tener en cuenta que Siria se encuentra en una posición geoestratégica muy delicada, dado que cualquier conflicto que afecte a este país tiene el riesgo de extenderse a toda le región. Imaginemos por un momento un ataque de la comunidad internacional a Siria. Lo más probable es que, acto seguido, este país ataque a Israel. Pero este no sería el mayor de los problemas (al fin y al cabo, lo potencia militar de Siria es limitada). El auténtico peligro sería que Irán entrase en el conflicto para apoyar a Siria, dado que ambos países son estrechos aliados. Con la irrupción de Irán, el conflicto se extendería a todo Oriente Medio, poniendo en peligro tanto el suministro de hidrocarburos como la seguridad mundial. Intervenir en Siria sería como operar en el cerebro: siempre supone algo muy peligroso y de final incierto».
Enrique Ayala, General de Brigada en la reserva y experto de la Fundación Alternativas.