Eufóricos. Así se encuentran los vecinos de Hailey, una localidad ubicada en el estado de Idaho y lugar que vio nacer y crecer a Bowe Bergdahl, recién liberado tras cinco años de cautiverio entre los talibanes.
Kayla Harrison tiene 25 años y conoce a Bergdahl desde los 14. Desde entonces, lo ha considerado su hermano y todavía “flipa” cuando escucha hablar sobre su liberación. En declaraciones al diario ‘The Ketchum Keystone’, Kayla, que ahora vive en California, recuerda con cariño a Bergdahl.
El soldado estadounidense solía bailar con ella en la escuela de ballet y jugaba con su hermano a esgrima, deporte que ambos practicaban. Durante varios años, antes de alistarse, incluso llegó a trabajar en la tetería ‘Strega’, que regentaba su madre en Ketchum, la localidad contigua.
“En su historial militar, mi madre aparece como su madrina”, explica Kayla. Desde que se enteró de la liberación de Bergdahl, no ha podido pensar en otra cosa. “Estuve en estado de shock desde el sábado, y ahora estoy preparada para hacer lo que sea con tal de ayudarle a que se recupere”, explica. “Todo lo que necesite: es lo único que se me pasa por la cabeza”.
También Tyner Pesch, de 27 años, espera con ansia la llegada del militar. Pesch compartió pista de esgrima con Bergdahl cuando eran adolescentes y ambos trabajaron juntos en el ‘Strega’. Su antiguo compañero de trabajo asegura que siempre se preocupaba por los demás. “Tiene un alma realmente buena, con muy buenas intenciones”, explica.
A propósito de su liberación, Pesch no sabe qué decir. “Ahora, estoy buscando la mejor manera para ayudarle a asimilar que ha vuelto”.
Otra de sus vecinas, Nini Casser, de sólo 25 años, también tiene buenas palabras para Bergdahl. “Era devastador ver a sus padres. Venían en navidades y hablaban sobre él. Cada año, tenían la esperanza de que hubiera vuelto y finalmente es verdad. Es una muy buena noticia. Nos aseguraremos de esperarle con los brazos abiertos para que sepa que hemos estado aquí apoyándole y pensando en él durante los últimos cinco años”.
Casser también era una de sus compañeras de esgrima, con quien iba a clase en Ketchum. Iban juntos a clase cuando él podía conducir y ella era demasiado joven para hacerlo. “Me trataba como una hermana” y nunca se olvidaba de sus cumpleaños.
“Simplemente, es el tío más dulce de todos, muy considerado”, asegura. “Siempre piensa primero en los demás, siempre está cuidando a la gente. Creo que me dejó ganar (a la esgrima) varias veces”, añade.
“Enseguida se quedó con los clientes y se hizo amigo de los trabajadores”
Todo el mundo en Hailey parece estar esperando con ansia su llegada, con una gran sonrisa y muchas ganas de que Bergdahl se sienta querido y, sobre todo, sea capaz de recuperarse de tantos años de cautiverio. No sólo esta pequeña localidad de Idaho, sino toda la comunidad internacional se ha alegrado por la vuelta del militar, como explica Casser, quien ha recibido “llamadas de todo el mundo para expresar su felicidad por la buena noticia”.
También Sue Martin, la propietaria de Zaney, una cafetería de Hailey, se ha alegrado de la vuelta del que una vez fue su empleado. Bergdahl trabajó esporádicamente en su bar poco después de haber pasado por el Strega. Martin explica que desde que comenzó, enseguida se hizo con la clientela y consiguió amistades entre los empleados con rapidez.
“De hecho, así fue como supimos que había sido capturado antes de que publicaran su nombre, porque contactaba diariamente por correo con mis empleados, y de repente paró”, asegura. Después de haberle conocido, Martin cree que no tendrá ningún problema en recuperarse. “Conociendo a Bowe, tan inteligente, tengo absoluta fe en su habilidad para pasar este trauma”.