África, una de las regiones del planeta más pobres y corruptas del mundo, invierte en su totalidad unos 18.000 millones de dólares al año en financiar los numerosos conflictos armados que se suceden a lo largo de su geografía por el control de los recursos. Una cifra que paradójicamente equivale a los millones que el continente recibe de la comunidad internacional en ayuda humanitaria.
Las empresas internacionales de explotación minera y petrolífera en África son cómplices de esta lacra, proporcionando armas a los guardianes de las minas o pozos, que en ocasiones cometen verdaderas atrocidades, como en Uganda, Sudán o la República Democrática del Congo.
Para intentar poner fin a esta y otras paradojas, un largo listado de organizaciones de numerosos países, agrupadas en la campaña “Armas Bajo control”, ha conseguido que la ONU se reúna para firmar el primer Tratado de Comercio de Armas, que contemple la prohibición de la venta de armamento a países en los que se vulnere los derechos humanos.
El compromiso de un tratado de comercio de armas podría evitar 500.000 vidas al año
El comercio ilegal de armas provoca, 500.000 vidas al año y 1.500 víctimas al día, según han denunciado las ONG Intermón Oxfam, Amnistía Internacional y Fundació per la Pau, las tres organizaciones españolas que integran la iniciativa internacional. “Si se tratase de cualquiera otra plaga, esta gran pérdida humana provocaría la reacción internacional”, ha señalado el responsable de la Intermón Francisco Yermo para justificar la importancia del tratado, como compromiso a nivel mundial.
“El comercio de plátanos, de huesos de dinosaurios o el agua embotellada… todos estos productos tienen una regulación internacional concreta”. “Uno sabe dónde se producen, quién los almacena, dónde se exportan, las condiciones sanitarias y el destinatario final. Pero del comercio de armas no se conoce nada, es un comercio opaco, casi secreto”, ha denunciado Esteban Beltrán, director de Amnistía Internacional España, quien considera que la aprobación del Tratado del Comercio de la ONU el próximo julio es una oportunidad histórica que no puede dejarse escapar.
La tarea no será fácil, pues no todos los países están dispuestos a renunciar al gran negocio de las armas que mueve unos 60.000 millones de dólares al año. Durante las negociaciones previas a la reunión final de acuerdo del tratado, algunos de los mayores exportadores de armas han mostrado una actitud hostil para limitar el alcance del acuerdo.
“Rusia piensa que los derechos humanos no tienen que ser algo obligatorio en el tratado”, “China cree que deberían ser un elemento opcional que decidiese cada gobierno” y Estados Unidos, que ha mantenido una actitud silenciosa, quiere que “la munición no sea incluida en el tratado”. También países como Pakistán, Cuba, Venezuela Egipto o Siria, son reticentes a un tratado sólido y vinculante.
Pese a esto, Beltrán tiene esperanzas en conseguir un tratado que mejore el nivel de transparencia y acabe con la venta ilegal, que provoca que “el 90% de las armas se fabriquen legalmente y casi el 95% acaben ilegalmente”.