Jesús Ruiz Mantilla supo de Emilia, de su historia como víctima inocente de la Guerra Civil, tras entrevistarla para el periódico en el que trabaja, pero el relato que escuchó fue tan impactante que no dudó en hacer de él una novela. Una obra que tiene mucho de reportaje periodístico.
El resultado es «La cáscara amarga», la sexta novela de este periodista de El País que se maneja igual de bien como entrevistador que como reportero, y que como cántabro que es tenía noticias desde hacía tiempo de que en la localidad de Santoña vivía Emilia Fuentes Ruiz, hoy una anciana de 84 años a quien el azar situó de niña del lado de los vencidos.
Una mujer a quien una infancia trágica, de soledad, abandono y penurias, no logró marcar una madurez de éxitos personales y profesionales -su empresa conservera da trabajo a más de cien personas-. «En la vida, milita y ha militado siempre en el bando de los vencedores», advierte Ruiz Mantilla en una entrevista con Efe.
Aunque en un primer momento, el periodista y novelista pensó en titular su nueva novela, editada por Planeta, con el nombre de su protagonista, fue escuchar de su boca las palabras «cáscara amarga» y decidirse por él.
Dos palabras que Emilia oyó muchas veces de niña, cuando vecinos del bando de los vencedores se referían así a su madre, María «La Chila», una vendedora ambulante cuyo único delito, por el que fue encerrada en el penal de Saturrarán, en el pueblo guipuzcoano de Motrico, un antiguo balneario reconvertido en cárcel para mujeres, fue ayudar a otros republicanos.
El ingreso en prisión de «La Chila», quien por muy poco se libró de morir fusilada, dejó a sus cuatro hijos vivos -otra había muerto poco antes- en la calle, sin techo ni nada que llevarse a la boca, abandonados por un padre borrachín que se olvidó de ellos.
«En el libro hay algo de ficción, pero la mayoría de lo que cuento es pura realidad. Incluso, he tenido que suavizar la historia, porque hay aspectos de ella que son insoportables», confiesa el autor. «Quería escribir algo más verdadero que real», recalca.
La historia de una niña «atónita ante lo que le pasa», un «perfil novelado», un relato «ejemplar para la época actual que nos ha tocado vivir». «Lo que Emilia nos viene a poner de manifiesto -continúa- es que si entonces ella logró salir de una época negra, podemos salir de la actual, gris».
Y ello, como Emilia hizo de niña, con «vitalidad, voluntad, con mucho sacrificio, mucho empeño en el trabajo y en la vida», destaca Jesús Ruiz Mantilla, a quien le resultó muy difícil evitar no implicarse emocionalmente con lo que escuchaba. «Paulativamente -dice- me fui distanciando, para tratar de comprender lo que le ocurrió, lo que me contaba, y luego escribirlo».
Una distancia muy parecida a la que Emilia, ya anciana, ha querido poner con su tragedia infantil. «Ella ahora lo ve como si se tratara de otra persona. Hay que tener una fortaleza muy grande -recalca- para que algo tan fuerte no te acabe hundiendo la vida».
«En Santoña la adoran. Lo que más me fascina de ella -continúa Ruiz Mantilla- es su bondad. Llegó a dar trabajo en su fábrica a personas que no se portaron bien con ella. Me admira que pudiendo ser una asesina en serie, víctima del odio, sea y haya sido una buena persona, una mujer solidaria, emprendedora… Siempre ha tenido ese orgullo, esa capacidad de superación, ese talento para salir adelante».
«La cáscara amarga», al igual que su anterior novela, «Ahogada en llamas», cuyos derechos fueron adquiridos por una exitosa productora de televisión para convertirla en serie, transcurre en Cantabria. Y no por casualidad. Ruiz Mantilla está empeñado en convertir historias locales en relatos universales.
Historias que, ante todo, hablen de sentimientos, de emociones, como la de Emilia, perteneciente a una generación que vivió y sufrió la Guerra Civil. «Personas que todavía están entre nosotros, con una historia detrás que es nuestra obligación contar».