“La cantidad de juego de los niños en España es claramente insuficiente, cada vez empiezan a jugar más temprano con maquinitas y más de un tercio juega solo” asegura Petra Mª Pérez Alonso-Geta, Catedrática de la Universidad de Valencia y experta en valores, estilos de vida y juego infantil y juvenil. El descenso de oportunidades de juego entre iguales impide que los niños desarrollen competencias esenciales para su futuro como adultos.
“Los niños necesitan jugar con otros niños para su desarrollo integral y no sólo para divertirse como manifiestan los padres (78,7%) porque el juego socializado es el que permite mayor desarrollo de sus competencias emocionales y sociales” explica Petra Mª Pérez. El bajo índice de juego infantil en España, se debe al estilo de vida de las familias españolas influida por el avance de la cultura urbana, con hijos únicos o de edades distantes, que supeditan el juego a las actividades extraescolares y en cuyo entorno se han reducido tanto los espacios de juego como los amigos y vecinos de la misma edad para jugar.
Para Pérez “son todas estas circunstancias las que reducen las oportunidades de juego en los niños españoles. Lo realmente preocupante, añade, es que un tercio de los niños en España jueguen solos o que se inicien ya con 3 y 5 años a jugar con dispositivos electrónicos lo que viene a significar que los padres los consideran un instrumento fácil y eficaz de entretenimiento, aunque fomente la soledad”.
Los niños prefieren jugar con niños
Según el estudio, lo que más divierte a los niños españoles es jugar con otros niños que son sus vecinos, sus amigos y sus compañeros de clase (78,7%), hacer planes familiares juntos (59,9%) y ver la TV (50,8%). Cuanto mayor es la edad de los padres, las preferencias cambian significativamente como es el caso de los padres de 45 años o más ya que prefieren las videoconsolas (53,1%), salir con sus amigos (40,2%+), conectarse a internet (37,7 %+) o competiciones deportivas (31,4%).
Los niños españoles disponen mayoritariamente de un lugar para jugar pero no juegan con sus vecinos (sólo un 4,1%). Sí juegan con sus hermanos (63,8%), con compañeros y amigos (27,4%) y con los padres (53,2%) y madres (59,1%) por lo que juegan en general más con adultos que con otros niños de su edad. “El juego con los padres es diferente ya que se dejan ganar y no tiene los beneficios de jugar entre iguales como el respeto a la norma, el desarrollo de la creatividad, etc”, afirma Pérez.
Pérez concluye: “El problema es que además de tener pocos hermanos, o con edades distantes, no conocen a sus vecinos ni sus padres hacen nada para que los conozcan y el juego en la escuela se limita a la hora del patio. Si, además, se da mayor importancia a las actividades extraescolares, actividades regladas y que no implican juego sociabilizador, lo más probable es que tengamos un efecto negativo con niños mucho más individualistas. Los padres deben conseguir que sus hijos jueguen con otros niños de la misma edad para que puedan desarrollar habilidades que pueden necesitar en el futuro como el trabajo en equipo, la creatividad, el respeto a la norma, etc.”