A Brad Pitt le ha tocado desempeñar el papel de nuevo icono masculino. Se lo han asignado diversos reportajes que analizan los cambios que ha sufrido la figura del varón en las últimas décadas. Del capitalista corta-cabezas que fue Gordon Gekko en los años ochenta hemos pasado al suave actor colgado de hijos. Aunque la vida de Brad es un poquito más compleja de lo que muestran estos reportajes, el icono sirve para ilustrar un signo positivo de la nueva masculinidad: la mayor implicación de los padres en la crianza de los hijos.
“Cualquier observador ocasional de la vida familiar estadounidense sabe que ahora los padres están llevando a sus hijos más que nunca a las consultas de los médicos, que les ayudan más con sus deberes y que juegan más tiempo con ellos”, escribe Susan Gregory Thomas en un artículo del Wall Street Journal que tuvo mucho eco el año pasado (cfr. “Are Dads the New Moms?”).
Los padres no solo están pasando más tiempo con sus hijos; también han cambiado su relación con ellos, explica Aaron Rochlen, profesor de psicología de la Universidad de Texas. Ahora son más afectuosos, les abrazan, les dicen que les quieren… Muchos padres están desafiando el viejo tópico del macho incapaz de expresar sus emociones.
El propio Rochlen hizo su descubrimiento personal de este nuevo estilo más afectuoso de ejercer la paternidad. Casado y padre de dos hijas de 5 y 3 años, antes se limitaba a ver sus juegos y a “hacer de chofer al zoo en algún raro fin de semana”. Hasta que empezó a comprometerse a fondo en sus vidas. “Sí, eso significaba ayudar con los deberes, la colada, y la cocina, pero sobre todo tenía que ver con escuchar a diario sus batallas y sus triunfos”.