Según Elena Roger, editora del portal SoloHijos, es necesario corregir a los hijos porque “están en proceso de formación” y, por tanto, es inevitable que se equivoquen, que se olviden o que sencillamente no quieran hacer lo que deben hacer en cada momento.
Para ello, entre pan y pan hay que meter queso y carne, como en una buena hamburguesa de cuatro capas. Ayudar al hijo a detectar el error, decirle algo agradable después, dejarle claro lo que no ha gustado de su actuación y, como cierre, volver a decirle algo agradable, serían las cuatro capas que Roger aconseja a la hora de corregir a los hijos.
Según la pedagoga, los hijos entienden que deben ser corregidos, aunque no les guste. Lo que ya no toleran con tanta comprensión es que los padres lo hagan “de manera imperativa, con juicios de valor y desde una posición de poder”. En este caso “se cierran en banda, dejan de escuchar y comienzan a sentir”, añade.
Y sienten que se les recriminas, que han decepcionado o que no están a la altura. Entonces en lugar de obedecer o de entender la posición de los padres, lo que hacen es “sentir rencor”. Como éste no era el objetivo inicial, Roger aconseja aprender a corregir bien.
Según la pedagoga, los padres no pueden perder de vista –antes de una corrección- cuáles son los objetivos de ésta: que el hijo entienda por qué se ha equivocado, que asuma su parte de responsabilidad en el error, que proponga soluciones, que entienda las ventajas de no volver a hacerlo y de que es una oportunidad para hacer las cosas mejor, además de que desarrolla una mayor tolerancia a la frustración.
Para conseguirlos, los hijos deben tener una mente flexible, pensar en grande y querer escuchar. Y para ello, no hay más camino que corregir “con respeto, teniendo siempre en mente una intención y un propósito”, añade Roger.
Y una hamburguesa como modelo
En lugar de reñir, Roger aconseja a los padres “corregir en positivo”. Para proyectar esta técnica en la mente, anima a imaginar una hamburguesa con cuatro capas: pan, queso, carne y pan.
Primera capa. Ayudarle a detectar el error. ¿Qué crees que puedes mejorar en esta habitación?
· Segunda capa. Dile algo agradable. Ayer tu habitación estaba muy ordenada.
· Tercera capa. Dile lo que no te gusta. Hoy no puedo decir lo mismo. Veo la ropa sucia en el suelo y papeles tras la puerta.
· Cuarta capa. Vuelve a decirle algo agradable. Estoy seguro que sabrás ordenarlo, igual que lo hiciste ayer. Gracias.
Si los padres practican esta técnica, es más fácil que después de corregirle “surjan ideas para solucionar el problema”, explica la pedagoga.
Que el hijo sepa que los padres confían en él y haberle corregido con respeto, serán hechos clave para se sienta más involucrado en la resolución del conflicto, “sin desencadenar en él la rebeldía o el rencor”, finaliza la experta