Alfonso Jiménez y su socio tenían 19 años y 160.00 pesetas (961.62 euros) cuando arrancaron a la desesperada Cascajares, la empresa pionera en España en ofrecer comida preparada de gran calidad y no a precios desorbitados.
Rondaba el año 1994 cuando Jiménez, cofundador y presidente de Cascajares, compró 1.000 capones para vender a restaurantes como hacía desde algún tiempo con partidas de cien. Esa vez, la cifra se había multiplicado por diez, fruto del entusiasmo de los dos amigos. Sin embargo, solo consiguieron colocar doscientos. Ahí comenzó la aventura de emprender. No les quedaba dinero para alimentar a los animales y en Francia triunfaba el pato confitado enlatado. ¿Por qué no iba a suceder lo mismo en España con los capones?, se preguntó Jiménez, quien dice que siempre ha tenido más ideas que dinero. No se equivocó. El año pasado, Cascajares celebró su 20 aniversario con una facturación récord de 10 millones de euros.
“En el año 2004 vendimos el plato principal de la boda de los entonces Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia: Capón Cascajares asado al Tomillo con frutos secos. Eso hizo que, acompañado de una campaña de marketing bastante potente, la empresa se desarrollara mucho. Además, hicimos un producto para consumir el día de Navidad, muy similar al del enlace Real”.
El cofundador de Cascajares reitera que el triunfo está en haberse distinguido. Por eso, «el primer año, enviamos 1.000 capones en Navidad, el segundo 3.000 y ahora hacemos 66.000 para que las familias disfruten de la cena en esas fecha tan señalada». Disfruta de tu tiempo libre, cascajares cocina por ti, reza su eslogan.
A sus 43 años, Jiménez tiene por delante la meta de asentarse en la venta online. De momento, este negocio radicado en Palencia, recauda más con la venta offline que online. «Nuestra venta a través de Internet supone un diez por ciento del total del comercio retail. Pero tenemos una gran venta en foodservice, donde se vende todo por la web».
El boca a boca
Jiménez tiene esperanza en que el porcentaje de la venta online crezca en los próximos años porque «las cosas van bien, la empresa está creciendo». La barrera que suponía la desconfianza de la gente de comprar comida preparada a través ya está superada. El cofundador de Cascajares dice que sus clientes ya no se preguntan si llegará a tiempo o en buen estado. «Esos frenos los estamos rompiendo a base de trabajar duro y acumular prescriptores, es decir, gente convencida de que nuestro producto es muy bueno. El boca a boca ha ido de maravilla».
Uno de los objetivos que se había propuesto la empresa como prioritario para este ejercicio fiscal era el de mejorar sus ventas en exportación, algo que han logrado con éxito ya que el 50 por ciento de la facturación total de Cascajares proviene ya de mercados fuera de España. Sus principales compradores son Canadá, Francia, Portugal y Reino Unido.
Esta empresa que nació en una finca ganadera de Castilla y León ha sido posible gracias a la ilusión y el esfuerzo, según confiesa Jiménez. «Yo he tenido dos cosas claras: la constancia y el trabajo nunca me pueden faltar. El día que eso me falte yo me dedicaré a otra cosa».
Además, no solo de capones va el asunto. La empresa agroalimentaria siempre ha apostado por colaborar con personas con algún tipo de discapacidad. Ejemplo de ello es la presencia de trabajadores con algún tipo de discapacidad en su plantilla, actualmente casi el 30 por ciento, y la apuesta por proyectos de integración laboral para este colectivo.