Los estudiantes que acceden a la universidad tienen un nivel académico inferior al de la generación de los años 90. Así lo opina una mayoría de profesores de universidades públicas españoles consultados por esta redacción. Entre los docentes gana la percepción de que los universitarios han perdido conocimiento lingüístico, competencias de base en matemáticas y razonamiento científico, y también la capacidad para memorizar y programar un estudio.
Los profesionales de la docencia mencionan los siguientes factores para explicar este deterioro del rendimiento académico y el nivel de conocimientos: la irrupción de las nuevas tecnologías y el uso de las redes sociales; la aplicación del modelo de la LOGSE que promovió la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación y el aprendizaje colectivo pero que descuidó la práctica memorística; la falta de una oferta de Formación Profesional completa y de calidad; el exceso de titulaciones en el ámbito académico (hay 10.000 titulos académicos); y la influencia de una cultura de dinero rápido.
Pero no todos los docentes están de acuerdo con que se haya producido un deterioro del nivel formativo de los universitarios. Los que se muestran en contra de esta postura sostienen que simplemente ha cambiado el perfil del estudiante como consecuencia del nuevo paradigma de la comunicación de masas. José Beltrán, director del departamento de Sociología de la Universidad de Valencia, opina que el uso de los dispositivos móviles y el desarrollo tecnológico –la tecnología de la inmediatez- han permitido que el alumno emplee un lenguaje más versátil, directo y plural.
Esa forma de comunicar más poliédrica engancharía con un pensamiento más pragmático, gracias al cual pueden enfrentarse a los desafíos con amplitud de miras y recurriendo a dinámicas fuentes de recursos. Así lo sostienen los expertos que insisten en que estamos ante un cambio del perfil.
En cambio, la reflexión mayoritaria es que, al margen de que pueda emergen un conocimiento más práctico que tiene sus ventajas, el nivel académico se ha degradado porque se han deteriorado aspectos relativos a las llamadas competencias básicas del alumnado: la expresión oral y escrita, y el razonamiento científico.
Manuel Sánchez Moreno, profesor de bioquímica de la Universidad de Granada, explica que la falta de conocimientos básicos en lenguaje y las carencias en la comprensión oral y escrita repercute en la capacidad para adquirir contenidos, aunque sean de ciencias: “No saben estudiar, tampoco comprenden a veces los textos. Entonces surgen los problemas y se pierden”.
Han perdido habilidades para el estudio, tal y como lo asegura María Victoria Ruiz, profesora de Economía Financiera de la Universidad de Las Palmas: “Hay que darles todo masticado (…) Van a lo que entra en el examen, no hay una inquietud por saber algo más”.
En este punto, Carlos, profesor de Derecho Civil en la Complutense, argumenta que el lenguaje vehicular de los alumnos hoy es visual, no literario, lo que limita su capacidad de comprensión y de aprendizaje. “No existe un lenguaje reflexivo y su mente no está habilitada a la reflexión, incluso para los buenos estudiantes”.
Internet se ha convertido en el instrumento más poderoso de información. Esto está generado un problema de plagio en las aulas, donde se va imponiendo la cultura del corta y pega. Muchos docentes señalan que los universitarios desconocen las fuentes reales de información, dentro de Internet. Google es la fuente.
El déficit lingüístico merma la expresión oral y escrita, y también la reflexión y la deducción. Carmen Figuerola, jefa de estudios de Letras en la Universidad de Lleida, piensa que al estudiante le resulta más difícil ahora llegar a relacionar conceptos y a establecer enunciados complejos, lo cual, resta capacidad para comprender, interpretar y actuar en la realidad.
Juan Luis Gómez, profesor de Derecho Procesal de la Universidad Jaume I de Valencia, piensa que la LOGSE ha desincentivado el aprendizaje memorístico y esto ha perjudicado al universitario de disciplinas de letras, pero también de ciencias.
La falta de la cultura de esfuerzo es otro atributo que ponen a esta generación de universitarios, incluso la mencionan los que consideran que se está ante otro perfil de alumnado. Los expertos piensan que en la era de la inmediatez y la volatilidad, la concentración y el factor tiempo son elementos antagónicos que se dan de bruces contra la realidad.
¿El deterioro del nivel formativo explica la tasa de abandono universitario, del 30%? Los expertos piensan que puede ser un factor, pero no el único. Mencionan la desmoralización de los estudiantes ante una titulación que no esperaban; la falta de expectativas laborales, la falta de una Formación Profesional que cubra la demanda de especialidades técnicas, y ahora, la crisis económica.
Los profesores dan un notable al sistema universitario, aunque algunos echan en falta competencia “sana” en el sector público para mejorar la oferta y elevar la exigencia académica y endurecer la selección del profesorado con unas oposiciones duras, como ocurre en Finlandia, donde el docente es la profesión de más prestigio.