Miguel Ricart, único condenado por el triple crimen de Alcàsser, ha asegurado al programa de Antena 3 »Espejo público» que es un «cabeza de turco». «Mantengo lo que dije en su día: soy un puto cabeza de turco», ha insistido en su inocencia Ricart.
Tras unas primeras horas fuera de la cárcel, los periodistas de este programa lograron que hablara ante las cámaras que «lo que hicieron con esas chicas no tiene perdón de dios». Estas declaraciones, que se podrán ver de forma íntegra en el program del lunes de este espacio fueron realizadas, al parecer, en Linares, localidad a la que llegó procedente de Manzanares y desde donde habría puesto rumbo a Madrid.
Tras la decisión de la Audiencia Nacional este viernes de poner en libertad a Miguel Ricart, el único condenado por el triple asesinato de Alcässer, la espectación mediática se disparó. Un nutrido grupo de periodistas era la única »compañía» que »El Rubio» se encontró a su salida de la prisión de Herrera de La Mancha, en la localidad ciudarrealeña de Manzanarres, pasadas las cinco y media de la tarde.
Encapuchado, dejando entrever apenas sus ojos azules y con un aspecto más robusto del que tenía aquel chico más bien delgado que todos podemos recordar de las imágenes cuando se celebró el juicio -allá por 1997-, Miguel Ricart salía libre tras más de veinte años de prisión pero lejos del 2023, año que la doctrina Parot le había fijado como fin de su pena -habría salido en 2011 de no aplicársele-.
En ese mismo instante, sólo, sin nadie que le esperara salvo periodistas, comenzó su huida. Una huida con una bolsa de deporte al hombro como único equipaje y enfundado en una cazadora »bomber» blanca de estilo motero con dos curiosos lemas: »Freedom» (»libertad», en inglés) y »best wishes» (»los mejores deseos», en inglés).
«Por favor, por favor, por favor», fueron las únicas palabras que se pudieron escuchar de boca del triple homicida y violador. En cambio, sólo silencio al ser cuestionado por su arrepentimiento. Ricart no respondió a las preguntas lanzadas por los reporteros.
Ricart anduvo unos metros sin rumbo en medio de la nube de cámaras y fotógrafos hasta localizar el taxi con los cristales traseros tintados que le aguardaba junto a la salida. Al parecer, »El Rubio» había llamado al transporte público desde el interior de la prisión.
Una vez que logró meter su mochila en el maletero en el taxi, el vehículo tomó la autovía A-43 con destino a Manzanares. Tras él, una caravana de coches de medios de comunicación. Ricart, con la ayuda del chófer, inició entonces una huida en la que trató de esquivar a sus perseguidores.
En primer lugar se dirigió, según cuentan diversos medios, a la estación del tren de la localidad ciudarrealeña. Pero sólo era una maniobra de despiste. Ricart no se apeó y el vehículo volvió a salir del aparcamiento.
Cogió un palo en actitud amenazante
Su fuga continuó entonces callejeando sin rumbo por las calles de Manzanares, para luego volver a plantarse de nuevo en la estación. Una vez allí, el taxi regresó al aparcamiento, donde dos guardias civiles impidieron el acceso a los medios de comunicación pese a tratarse de un lugar público. Sin embargo y tras la insistencia de los periodistas, los reporteros lograron acceder al interior.
Ya dentro, comenzó el momento más surrealista de la escapada de »El Rubio». El triple asesino cruzó las vías a la carrera y caminó hacia una zona alejada de los andenes. Al verse seguido por los periodistas, el violador excarcelado llegó a coger un palo del suelo y, en actitud amenazante, se encaró con los periodistas.
Ricart, que en todo momento llevaba la cabeza cubierta, finalmente arrojó el objeto, al presentarse un grupo de guardias civiles que, desde ese instante, se convirtieron en sus guardaespaldas. Los agentes acompañaron a »El Rubio» de vuelta a los andenes. El exrecluso había salido de prisión con un billete de tren para el regional con parada final en Jaén.
«Menudo marrón. Y encima irá sin billete»
Los pocos pasajeros que en ese momento había en la estación de Manzanares miraban con asombro al sujeto encapuchado que esperaba el tren. «¿Este quién es, un terrorista?», preguntó un hombre. «Yo creo que peor…», respondió una anciana que le acompañaba.
El triple asesino de Alcàsser aguardó durante una media hora la llegada del tren, custodiado por los agentes de la Guardia Civil. El convoy llegó hacia las siete y media de la tarde. »El Rubio» subió, todavía totalmente embozado, y se quedó de pie entre dos de los vagones, seguido de varios periodistas que abordaron el convoy con la intención de entrevistarlo.
Cuando el tren reinició la marcha, Ricart estalló: «¿Cuándo vais a dejar de acosarme?, yo sólo quiero rehacer mi vida». Los pasajeros del tren Alvia miraron al encapuchado que acababa de tomar el tren. «Menudo marrón. Y encima irá sin billete», exclamó el supervisor de Renfe tras ser informado por los guardias civiles sobre quien era la persona que acababa de subir al vagón.
En el mismo convoy, viajaban, como unos viajeros más, dos miembros de las fuerzas de seguridad. Su misión era controlar al preso recién liberado y poner así en marcha el protocolo de vigilancia dictaminado por el Ministerio del Interior.
Ni siquiera dentro del tren, Ricart descubrió su rostro. Su objetivo, ocultar la espesa barba que durante casi un mes »El Rubio» se había dejado para cambiar aún más su aspecto.
Alrededor de una hora después el tren paró en la estación de Baeza-Linares, ya en la provincia andaluza de Jaén. Ese fue el destino elegido por el triple asesino para apearse. Nada más poner un pie en el andén, el delincuente valenciano echó a correr y se perdió entre las calles del pueblo andaluz.
Parada no prevista en Linares
La noticia no tardó en propagarse. «Menuda pieza nos ha caído. Esperemos que este hombre esté poco por aquí. Ya sabemos lo que es esto porque »El Cuco» (el menor procesado por el crimen de Marta del Castillo) ya estuvo alojado en un piso tutelado de por aquí», comentaba un guardia de seguridad de la estación, según cuenta el diario »Las Provincias».
Una vez en Linares, Ricart fue identificado por la Policía Local y trasladado a la Comisaría de la Policía Nacional, en calidad de detenido. Al parecer, se había desviado de la ruta que las fuerzas de seguridad pretendían controlar con discreción y que debía terminar en Jaén.
Según contó el propio Ricart a los agentes, su intención era dirigirse hasta esta la capital jienense, estación destino del tren al que se subió el triple homicida de Alcàsser y en la que esperaban otros agentes de paisano. »El Rubio» argumentó que se había «agobiado» por el revuelo mediático y que por eso había decidido bajarse del tren.
Sus primeras horas en libertad acabaron en el interior de un coche. Ricart, entonces, comunicó a los policías que su intención era dirigirse a Madrid, junto a dos mujeres que acudieron a las instalaciones policiales de Linares para recogerle. Según apuntan algunas fuentes policiales, las autoridades barajaban la posibilidad de que se tratara de periodistas de televisión.