Los términos ‘pedófilo’ y ‘pederasta’ se suelen usar, erróneamente, como sinónimos; sin embargo, “la palabra pederastia es la apropiada para referirse al abuso sexual que se comete con niños, y no pedofilia, que alude únicamente a la atracción erótica o sexual que una persona adulta siente por los niños, aunque no abuse de ellos”, explica la Fundéu.
Así pues, mientras que un pedófilo sería una persona que siente un intenso y recurrente deseo y fantasías sexuales hacia niños o niñas que aún no han llegado a la adolescencia, el pederasta sería aquel que pasa del plano de la atracción al abuso sexual, agrediendo a menores que suelen tener entre 9 y 13 años.
Ser pedófilo no es delito
Ser pedófilo no implica abusar de niños, ya que hay personas que presentan esta parafilia que son conscientes de que mantener relaciones sexuales con menores es un delito grave y buscan reprimir ese deseo. Se trata de una labor de autocontrol que requiere, en la mayoría de los casos, del apoyo de un terapeuta.
La Organización Mundial de la Salud considera la pedofilia como un trastorno de la inclinación sexual, por lo que se trata de personas con un trastorno mental y pueden someterse a un tratamiento psicológico para mejorar e, incluso, si se lo proponen, superarlo. La marginación de los pedófilos es un factor de riesgo para que se conviertan en pederastas.
Los pederastas, por su parte, serían aquellos individuos que llevan a la realidad las fantasías propias del pedófilo, cayendo en el abuso sexual de niños y niñas. No obstante, es de destacar que no todos los que abusan de niños son pedófilos, en ciertos casos la violación de menores puede ser una forma de ejercer su poder o de dar salida a unos deseos sexuales reprimidos.
Así pues, «contrariamente a la creencia popular, no todos los delincuentes sexuales que abusan de niños son pedófilos y no todos los pedófilos cometen delitos sexuales», afirma el investigador de la Universidad de Toronto Michael C. Seto
Perfil del pederasta
Por lo general, el pederasta tiene en su infancia alguna experiencia traumática (maltrato o abuso infantil) que determina su comportamiento posterior y que suele convertir a las víctimas en verdugos en un bucle sin fin. No existe un único perfil pero, generalizando, el psicólogo Óscar Castillero Mimenza, destaca que los pederastas:
– Son hombres (entre el 75 y el 90% de los abusadores son varones)
– Tienen muy baja autoestima y poca tolerancia al estrés
– Tienen falta de empatía, por lo que no son capaces de conectar con el sufrimiento que su actuación genera en el menor atacado
– Suelen estar vinculados o emparentados con las víctimas. En la gran mayoría de los casos abusador y abusado mantienen algún tipo de vinculación, generalmente familiar, laboral o vecina.
Si bien existe un registro de delincuentes sexuales en España, resulta imposible saber el número de pederastas, y ya no digamos pedófilos, que hay en España.