Han pasado quince años de los terribles atentados del 11M pero las víctimas continúan recordando con horror esa trágica fecha. Acudimos al funeral en recuerdo por las víctimas y hablamos con algunas de las que vivieron en primera persona ese fatídico día en Madrid.
Daría Calvo: “Mis padres murieron de pena, no pudieron superar la muerte de mi hermana”
Daría Calvo tiene 65 años perdió a su hermana Milagros Calvo de 33 años aquella fatídica mañana. Mientras nos contaba cómo vivió aquel día los ojos se le llenaban de lágrimas. Recuerda que su hermana iba aquel día a trabajar a Telefónica aunque ya se le ha olvidado cual era el tren en el que iba. “Tardamos tres días en encontrar su cuerpo en IFEMA, había muchos cadáveres y nos costó mucho reconocerla por el estado del cuerpo”, dice entre lagrimas.
Milagros estaba separada y su única familia eran su hermana y sus padres. “Nuestros padres no pudieron superar el dolor a y a los pocos años murieron de la pena. Fue un palazo”, concluye.
José de Miguel y Margarita: “El atentado nos ha destrozado la vida”
José de Miguel tiene 71 años y Margarita Jimenez (65 años) son un matrimonio que aquella fatídica mañana de jueves perdió a su hijo Álvaro de 26 años en el tren que iba al Pozo. La pareja se acercó al andén para despedir a su hijo mayor, después se marcharon de casa. Cuando abandonaban la estación oyeron la primera explosión, rápidamente se dieron la vuelta. “En ese mimos momento supe que mi hijo había muerto”, recuerda entre lagrimas.
Muy emocionados no pueden ni articular palabra al recordar a su hijo, muy reciente aun en la memoria. “Nuestros otros dos hijos son lo único que nos hacen tirar hacia adelante en esta vida”, apunta.
Felipe y Marisa: “Tardé 20 horas en encontrar el cadáver de mi hijo”
Felipe y Marisa es otra pareja que perdió a uno de sus hijos el día de los atentados. Oscar tenía 24 años y ese día iba a trabajar como otro cualquiera. “Su parada fue la última antes que explotara la primera bomba. Oímos la explosión desde la salida de la estación volvimos corriendo y entonces explotó el segundo artefacto. Mi hijo murió en ese momento, sin embargo tardamos 20 horas en encontrar su cuerpo. Ese día se paró el tiempo en nuestras vidas”, recuerdan entre lagrimas.
Pilar García: “A mi marido le salvó la vida el ir entre dos personas en el vagón”
Pilar ha ido al funeral por ella y su marido, Emilio fue uno de los heridos por los atentados y no ha podido ir hoy a la Almudena porque está con gripe. “Ese día Emilio llegaba tarde y casi pierde el tren. En el último momento se subió al vagón y se quedó en medio de dos personas. Eso fue lo que le salvó la vida”, recuerda Pilar.
Como su marido llegaba tarde al trabajo ella le acercó a la estación. Nada más dejarlo oyó la explosión y dio la vuelta. “Enseguida le encontré, pero yo le hablaba y no me respondía. Estaba en shock. Yo le decía Emilio, ¿me reconoces? y el no me respondía. Al rato reaccionó y se lo llevaron al 12 de octubre”.
Pilar cuenta que le reventaron los dos tímpanos y ahora está bastante recuperador. “Hoy quería venir al funeral, pero no ha podido porque tiene gripe. Psicológicamente está mejor, pero ha estado varios años muy mal y no quería ni subirse a un tren”, señala.
José Enrique Alonso : “He superado la fobia a subir en transporte público”
José Enrique Alonso Fernández viajaba en el tren de la muerte hace diez años. Se dirigía a Atocha cuando una bomba cambió su vida para siempre. Recuerda que cuando recobró la conciencia su cuerpo estaba lleno de heridas. Esas lesiones fueron más superfluas que la fobia que le ha acompañado durante años y le ha impedido montar en un tren. “He estado muchos años en tratamiento psicológico”, recuerda. Diez años después, José Enrique Alonso, se siente afortunado porque ha superado el pavor a montarse en transporte público.
Parrondo: “Murieron con un montón de planes de futuro”
El hermano de Sonia Parrondo cuenta que perdió a su hermana aquella mañana. “Mi hermana de 27 años iba en el tren con su novio, Roberto Pellicari de 28 años. Tenían un momento de planes de futuro que el atentado les arrebató”, dice conteniendo la emoción su hermano. No puede decir nada más, 10 años después revive este día como si fuera aquel 11 de marzo de 2004.
Luisa Herranz : “Soy muy afortunada por seguir viva”
Luisa Herranz tenía 63 años cuando subió en el tren con destino Atocha. Tras la explosión de la bomba sintió un fuerte dolor en la espalada que le acompañaría durante años. Una década después sigue muy afectada y no puede ocultar lo afortunada que se siente por seguir viva.