Han pasado quince años de los terribles atentados del 11M pero las víctimas continúan recordando con horror esa trágica fecha. Acudimos al funeral en recuerdo por las víctimas y hablamos con algunas de las que vivieron en primera persona ese fatídico día en Madrid.
Esther Sáez: «Doy gracias porque sigo viva»
Esther Sáez siempre cogía el tren a la misma hora. Desde el Pozo del Tío Raimundo viajaba a Atocha y desde allí, iba a trabajar a la calle Génova. Hace diez años, una bomba se interpuso en su vida y la cambió para siempre. “Me encuentro bien porque después de todo lo que he pasado sigo viva”, explica a www.teinteresa.es Esther Sáez.
Fue la segunda víctima más grave del accidente, según dictaminó el juicio que se celebró en 2009. “Estuve 21 días en coma y mi familia me daba perdida”, recuerda.
Diez años después del trágico atentado, Esther, que tiene un invalidez del 67, acude a la misa del décimo aniversario del atentado con sus padres. Está muy entera y consciente.
GL. (60 años): «Salí del vagón y cogí a un herido en volandas»
Estaba en Atocha, en el tren en la calle Téllez e iba a trabajar. Cuenta que es muy duro revivir todo hoy sobre todo. Salió por su propio pie del vagón. Lo primero que recuerda cuando estalló la bomba es que vio a un hombre tirado a su lado e instintivamente le cogió en volandas y lo sacó.
Recuerda que él se quedó sentado fuera del vagón, aturdido y alguien le puso una manta por encima pero no le vio la cara. Asegura que diez años no es nada para olvidar y no se le va de la cabeza el rostro del hombre al que sacó del tren y que no ha vuelto a ver. Lo peor es el tema psicológico, es durísimo. Él tiene una discapacidad física por el atentado.
Silvia (36 años): «Sigo teniendo miedo cuando voy por la calle»
Silvia fue la más grave ya que tuvo un traumatismo torácico severo y estuvo crítica varias semanas. A ella y una amiga las alcanzó en atocha cuando iban a trabajar. Silvia dice que ella siente que le han robado parte de su vida y que nada ha vuelto a ser igual tras ese día, tiene miedo cuando va por la calle, siente angustia y que está muy mal a nivel psicológico.
Mercedes Castro (50 años): «Salí del vagón deambulando, como un zombi»
Iba en el tren que estalló en Santa Eugenia. El daño ha sido sobre todo psicológico. Recuerda que salió por su propio pie del vagón pero que iba como deambulando como una zombi, sin mirar a su alrededor y sin ver más allá de lo que le había sucedido.
Su marido, que vivía cerca de la estación en la que explotó el tren, salió de casa para ir a buscarla pero no la encontraba y al final la logró localizar sentada en el suelo y tuvo que sacarla de la estación porque ella no podía ni moverse. Ahora, diez años después tiene dificultades para andar pero sobre todo el daño psicológico lo que más le pesa tras este tiempo.
«Mi hija se ha ido a Asturias hoy para no recordar el 11M en Madrid»
Estuvo 15 días crítica, le sucedió en el tren de El Pozo e iba a trabajar. Tenía 38 años entonces. Ella ha decidido pasar este día en Asturias para no revivir todo en Madrid porque es muy duro para ella. Su madre sí que ha podido ir a la misa en recuerdo de las víctimas y asegura que su hija está muy mal a nivel psicológico.
Remedios Gutiérrez: “Todavía se me saltan las lágrimas”
Remedios Gutiérrez tiene 60 años y perdió a su hija María Dolores en el accidente. Ella tenía 29 años y se dirigía al trabajo . Se iba a casar en unos meses. A Remedios todavía le saltan las lágrimas al recordar el suceso. No ha podido superarlo.
Diego Cedillo: “Cuando desperté no había nadie vivo a mi alrededor”
Diego Cedillo Vaz, de 46 años, iba en el penúltimo vagón y cuando explotó la bomba se quedó inconsciente. Al despertarse vio que no había nadie vivo. Actualmente tiene que hacer frente a muchos problemas de audición. Le reventaron el tímpano. Ha tenido muchos problemas psicológicos que no ha conseguido superar. Se le quedó un dedo pegado de otra persona fallecida en la espalda y se lo llevó a casa sin darse cuenta. Tuvo que llamar a la policía para que fuera a recogerlo.
Amparo Pineda: “Aún me sale pólvora de los ojos”
Amparo Pineda iba en el tren de entrevías y volvía de realizar su guardia de enfermera. Ha tenido muchos problemas con los tímpanos desde la explosión. “Aún me sale pólvora de los ojos y me tienen que poner sondas para limpiarnos cada semana”. Esta mujer de 61 años iba en uno de los vagones más destrozados. Pero tuvo suerte y no estuvo hospitalizada mucho tiempo. Ella no era de las que mas gravedad tenía.
Irene Martínez: “He aprendido a perdonar”
Irene Martínez se encontraba en Atocha, tenía 29 años. Pasó por seis meses de rehabilitación, asegura que los daños físicos no fueron tantos, “sobre todo las cervicales”. Para ella lo difícil ha sido superar el trauma para lo que tuvo que pedir ayuda psicológica.
Dice que durante un tiempo dejó de sentir empatía por los demás. “He tenido que comprender que ante un grito, se hace daño a alguien”. Pero sobre todo, en este tiempo, lo que ha aprendido es “a perdonar” y se siente agradecida por haber tenido una segunda oportunidad.
Óscar Santamaría: “La onda expansiva me sacó del vagón”
Óscar Santamaría iba a trabajar cuando explotó el artefacto en El Pozo. A este hombre, ya en la cincuentena, la onda expansiva sacó su cuerpo del vagón. Recuerda que le rescataron más allá de las vías.
Estuvo quince días en estado crítico y tuvo secuelas físicas pero reconoce que “lo peor” ha sido el daño psicológico, “la cabeza”: pesadillas, miedo e inseguridad.