La mejor forma de proteger los ojos de la intensa radiación del eclipse solar que podrá verse en España este viernes es, «sin duda, no mirarlo», pero si se hace, debe llevarse la protección adecuada, es decir, unas gafas especiales para observar este tipo de fenómenos, homologadas por la Unión Europea.
Así lo indicó Cristina Calvo, oftalmóloga especialista en retina del Hospital Clínico de Madrid, quien insistió en que un profesional de la vista nunca recomendará a nadie que mire un eclipse.
No obstante, como reconoce que la curiosidad que generan este tipo de fenómenos es grande, insiste en la importancia de exponerse a ellos con la protección adecuada y nunca «con remedios caseros», para no correr riesgos como la pérdida de visión.
En este sentido, la doctora Calvo lo tiene muy claro: la protección más adecuada es la que ofrecen las gafas especiales para eclipses, que se venden en ópticas y que deben llevar impreso en la patilla un código europeo de seguridad. Se trata de filtros con un índice de protección muy marcado y muy regulado, dice.
La especialista señala también la importancia de no quitarse las gafas antes de finalizar la exposición solar y de no moverse, si es posible, durante el tiempo que se esté contemplando el fenómeno.
Aunque indica que no es habitual ver en las consultas a pacientes afectados por un eclipse, insiste en que los daños que el fenómeno puede producir si se contempla sin protección suelen localizarse en la mácula, que es la parte central de la retina, donde se concentran el mayor número de fotorreceptores, que son los que resultan afectados.
Si la exposición es muy prolongada, detalla, el daño es crónico, de forma que la visión baja o se produce un escotoma, es decir, un área del campo visual por el que ya no se ve.
Si, por el contrario, agrega, la exposición ha sido escasa, los síntomas son transitorios y la visión se recupera, si bien puede quedar ese escotoma o defecto en el campo visual.
Desde el Instituto Oftalmológico Gómez-Ulla se recuerda que la observación directa sin protección puede provocar lesiones oculares como la conjuntivitis o queratitits punteada, llegando incluso a afectar de manera grave al centro de la retina, la mácula.
Una quemadura en la retina producida por los rayos ultravioletas e infrarrojos de la luz solar, conocida como heliotraumatismo, se asemeja a la que se produce en la piel cuando se toma el sol sin protección.
En caso de que no se hayan tenido en cuenta las recomendaciones a la hora de observar el eclipse solar es importante acudir al servicio de urgencias si se nota visión borrosa o una mancha en el centro de la visión, en las 24-48 horas siguientes a la exposición.
«Aunque entre el 80 y el 90 por ciento de los heliotraumatismos suelen tener recuperación, es importante administrar los primeros días corticoides y vasodilatadores para disminuir el edema y aportar oxígeno a la mácula dañada», afirma el profesor Francisco Gómez-Ulla.
Para evitar cualquier accidente conviene observar el Sol proyectando su imagen sobre una cartulina, pantalla, pared o techo. Sólo en caso de disponer de un filtro profesional, homologado para la observación visual del Sol, se puede usar para ello.
No basta con utilizar un flitro casero ni mirar hacia el sol con gafas de sol, cristales ahumados, radiografías, reflejos en el agua… Algunos de estos sistemas filtran la luz visible pero no la invisible (radiación infrarroja y ultravioleta), pudiendo causar daños transitorios o permanentes a la vista.
El método más recomendado es ver el sol por proyección o bien usar un filtro homologado, por ejemplo los popularmente conocidos como gafas de eclipse, que reducen la luz solar en un factor superior a 30.000 veces.
La observación mediante gafas de eclipse debe realizarse durante cortos periodos de tiempo (medio minuto) seguidos de descansos de mayor duración, y nunca usarlas conjuntamente con unos prismáticos o un telescopio, instrumentos que requieren sus propios filtros colocados delante del objetivo.
Deben estar homologadas por la Comunidad Europea para la observación solar (índice de opacidad 5 o mayor) y deben ser usadas siguiendo las instrucciones impresas en ellas. – – Deben estar en perfecto estado de conservación. No ande mientras las use, preferiblemente permanezca sentado. No se las quite hasta haber apartado su mirada del Sol. No deben ser usadas con aparatos ópticos, aunque sí pueden superponerse a las gafas graduadas de uso habitual.
El método más simple para proyectar la imagen del sol consiste en utilizar dos cartulinas, a una de las cuales se practicará un pequeño agujero (de unos milímetros, no hace falta que sea circular).
Colocándose uno de espaldas al sol, se sujeta esta cartulina de manera que su luz pase por el agujero y aparezca en la otra, situada a dos o tres palmos de distancia y a la sombra de la primera. (Viene a ser una cámara oscura.) En lugar de una cartulina agujereada puede usarse una espumadera de cocina, obteniéndose en este caso múltiples imágenes del Sol.
Para proyectar la imagen del Sol obteniendo más luminosidad, pueden utilizarse unos prismáticos (o un pequeño telescopio), aunque por periodos de tiempo muy cortos a fin de que no se dañen por el calor del Sol.
Otro sistema seguro y sencillo consiste en proyectar sobre una pared que esté a la sombra o sobre el techo la imagen del Sol obtenida con un espejo plano de mano cubierto con un papel al que se ha recortado un agujero de entre 5 y 10 milímetros de diámetro. No observe la imagen del Sol en el espejo, mire sólo la imagen proyectada.