Han levantado ampollas entre los sindicatos las palabras de Juan Rosell, el presidente de la patronal CEOE, sobre las amas de casa que se apuntan al desempleo, justo el día previo a que se conocieran los nuevos datos del paro registrado correspondientes al pasado mes de junio. «Muy desafortunadas», Cándido Méndez; «ignorante supino», Cayo Lara; «estrafalarias», Carlos Martínez Gorriarán, portavoz adjunto de UPyD en el Congreso. Son algunos de los calificativos que el representante de los empresarios españoles se ha ganado en pocas horas.
Sólo un día después, el máximo mandatario de la patronal, ha tenido la oportunidad de volver a explicarse, en el marco de una jornada sobre desempleo juvenil organizada por la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, IESE Business School, ante un selecto público formado por profesores de economía, presidentes, vicepresidentes, consejeros delegados y directivos de grandes, pequeñas y medianas empresas.
Escuchando al completo el mensaje que Rosell ha querido trasladar con escasa fortuna, hay que reconocerle que, al menos 24 horas después y con tiempo para matizar y explicar en mayor profundidad sus argumentos, el patrono de patronos tiene su parte de razón.
¿Por qué no hay una revolución social?
Rosell ha querido trasladar al auditorio de empresarios la respuesta a una pregunta que le hacía, ha reconocido, su homólogo alemán, el presidente de la patronal del país germano. Y no es el único. Cualquier directivo español que viaja al extranjero recibe la misma cuestión por parte de sus colegas de otros países: ¿Por qué no hay una auténtica revolución social en España con una tasa de paro del 26%? Escuchando atentamente las explicaciones del presidente de CEOE tengo la sensación de que sus polémicas palabras han estado mal matizadas por su propia forma de explicarse en el acto previo en FAES y descontextualizadas por la velocidad de la información en esta era de las nuevas tecnologías marcada por la escasez de tiempo para profundizar.
En el fondo, la respuesta que Rosell quería dar a la pregunta de su colega germano es que en España no arde la calle porque en realidad no hay cerca de 6 millones de desempleados como muestra la EPA. Al menos en el sentido último y más profundo del término parado.
Rosell ha argumentado ante los ejecutivos que le escuchaban que en nuestro país la forma de medir estadísticamente el desempleo incluye algunos colectivos que en otros Estados no se tienen en cuenta, como prejubilados, amas o amos de casa (ya ahí estalló la polémica) o estudiantes. Y ha aportado datos y proyecciones para comparar.
Menos diferencias con Francia o EEUU
Por ejemplo, si en la deteriorada Francia se midiese el paro como en España éste alcanzaría el 18%, según Rosell. Y si se hiciera de igual forma en Estados Unidos, se elevaría al 14%. En Alemania, entre los populares y polémicos mini-jobs, por ejemplo, los hay que cotizan y otros que no. Pero en conjunto suponen 4,5 millones de empleos en el país germano que no computan como desempleo, ha explicado.
Mientras que en países como Francia o Estados Unidos se utiliza el sistema de cálculo que más beneficia la imagen de su economía, en España, a juicio de Rosell, usamos el método que peor nos saca en la foto.
Unas circunstancia que se han producido también en las épocas de bonanza. Cuando en los mejores momentos de la época dorada previa a la crisis, ha asegurado, en España no se encontraban trabajadores para algunas actividades, como las del campo, las estadísticas del paro seguían mostrando una tasa de desempleo del 8% al 10%. A su juicio, en ese momento el paro real también estaba por debajo de esos porcentajes.
Otras causas del paro
Además del deterioro económico, el dirigente de la patronal cree que ha habido otros factores que han influido en que las estadísticas del paro se dispaasren durante los últimos seis años en España. Por un lado, el crecimiento demográfico que ha experimentado el país durante algunos años. Por otro, la cada vez mayor incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Y, por último las polémicas amas o amos de casa.
Rosell ha explicado que durante estos años hay 1 millón más de personas que se han registrado en los servicios públicos de empleo autodefiniéndose como amas o amos de casa: 900.000 mujeres y 100.000 hombres. ¿Por qué? Ante la expectativa de poder percibir, en algunos casos, cuando cumplen los requisitos, algún tipo de ayuda o subsidio, ha afirmado Rosell.
Son muchos los que piensan que en nuestro país, efectivamente, no hay cerca de 6 millones de parados en sentido estricto, como muestra la Encuesta de Población Activa (EPA). Y eso que el presidente de la CEOE no se ha referido a la economía sumergida, que según los estudios representaría entre un 18% y un 20% de nuestro PIB y al menos un millón de empleos.
Argumentos lógicos, España no se distingue precisamente por saber venderse a diferencia de franceses o estadounidenses, pero mal explicados, con coletillas que molestan a quienes realmente padecen el drama del inaceptable nivel de paro en cualquier caso, y que llegan tarde. Esto habría que haberlo explicado, y corregido, en la época de crecimiento económico y descenso del paro. O, al menos, en el arranque de la crisis. Hacerlo ahora, parecería cambiar las reglas de juego a mitad de partido. Osea, hacerse trampas en el solitario como país.