El miércoles podría ser el día en que Argentina presente por segunda vez en trece años una suspensión de pagos técnica. Es una posibilidad real a menos que se llegue a un acuerdo de última hora. La raíz del problema actual se encuentra en la cesación de pagos anterior, de 2001.
Entonces, el 92,3% de los acreedores aceptaron una ‘quita’ (condonación de deuda) del 65,6%. Ahora, según dictaminó un juez de Estados Unidos, el país debe pagar al resto de acreedores, los que no aceptaron la ‘condonación’ y el plazo vence en unas 48 horas. Son 1.300 millones de dólares. El país se resiste porque abonar esa cantidad también podría implicar resarcir, debido a una cláusula, a los bonistas con los que sí se canceló la deuda. La factura aumentaría a los 150.000 millones de dólares, la mitad de las reservas argentinas, según el ministro de Economía Alex Kicillof.
“En los mercados en general todo el mundo lo da por descontado y se ha apartado del país. Su calificación no es buena, ni lo es la consideración sobre su Gobierno”, explica el analista de XTB, Miguel Antonio Marcos.
Hace tiempo que las empresas españolas con intereses en Argentina se preparan
“El default no debería tener un efecto muy fuerte. Existen focos de riesgo más importante (Ucrania, Irak) que la suspensión de pagos argentina”, estima Marcos que tampoco cree que pueda impactar de forma relevante a las empresas españolas con intereses en argentina porque “aunque son las que más problemas podrían tener, su negocio está muy diversificado y hace tiempo que se preparan para este escenario”.
Los economistas creen que como mucho afectaría a países vecinos con más intereses cruzados como Uruguay, quizás Chile, en términos de convergencia de precios.
Profundizará la crisis argentina y a sus empresas les costará más financiarse
Sin embargo, la economía argentina sí que sufrirá en caso de suspensión de pagos. No hay que olvidar que un ‘default’ significa esencialmente, reconocerse incapaz de hacer frente a las deudas.
–Caída del PIB. El crecimiento del país ya se ha ralentizado, desde el 3% de 2013 al 1,7% actual. La bancarrota empeorará el frenazo al crecimiento. “De entrada habrá tres efectos sobre la economía argentina: debilitamiento del crecimiento, una mayor desvalorización del peso, mayor dificultad en el acceso a los mercados por parte de las empresas”, cree Marcos.
Un informe de Abeceb.com cree que se produciría una caída del PIB de al menos el 3,5%. En cambio, si hay acuerdo, se calculo un escenario menos negativo: “la caída del PIB en el 1,5%, la inflación en el 34,5% (el 41% si hay ‘default’) y un 1,8% menos de consumo (3,8% con ‘default’). Expertos de Deutsche Bank hablan directamente de una recesión muy profunda.
-Dificultad y encarecimiento para las empresas a la hora de financiarse. El acceso a los mercados internacionales para el Estado tendrá una incidencia menor. No es tan relevante porque desde hace años Argentina prácticamente no busca financiación en los mercados internacionales. La mayor parte de sus acreedores son las mismas agencias públicas del Estado. Sin embargo, para quienes sí será relevante es para las empresas. Un ‘default’ rebajará la nota crediticia del país, y con ella la de la mayor parte de sus empresas.
–Todavía mayor inflación y encarecimiento de las importaciones.
Casi parece un mal endémico argentino. En 2013 fue del 28%, y en lo que llevamos de año ha sido de un 15%. Abeceb.com sitúa la inflación en 2014, en caso de bancarrota, en el 41%.
–Escasez de divisas. Marcos explica que se incentivaría todavía más el mercado negro de divisas porque terminarían por reducirse las reservas internacionales de divisas. “Posiblemente, un escenario de default vendría seguido de un ataque especulativo contra el peso, y eso terminaría en una devaluación de la moneda y la consiguiente reducción del ingreso de los ciudadanos», explica The Wall Street Journal.
–Más paro. “El principal temor es que empiecen los despidos en un país con una tasa de desempleo en el 7,1%”, apuntan en el WSJ desde el Centro de Estudios Económicos Orlando Ferreres.
–Menor credibilidad internacional y peligro para los inversores. Tras la bancarrota de 2001 al país le ha sido difícil ir restableciendo su credibilidad y asegurar a los inversores extranjeros que existe una cierta seguridad jurídica.