En el mundo hay 4,9 millones de hectáreas agrícolas útiles, el 36% de la superficie terrestre del planeta. A pesar de esto, hay casi mil millones de personas que pasan hambre en el mundo. El problema del hambre no radica en que no haya extensión de tierra cultivable sino en el porcentaje de producción agrícola de algunas zonas y en su distribución.
La ubicación geográfica de estos «mil millones de olvidados», que habitan en su mayoría en las zonas más deprimidas de África y Asia, provoca que sea más difícil erradicar este problema. En el África subsahariana solo hay un 15% de tierras cultivables del total de su superficie agrícola. Esto dificulta que los habitantes de esta zona puedan acceder a los alimentos.
Pero el terreno en este caso no es su única dificultad. África Subsahariana no tiene la infraestructura necesaria para, por ejemplo, llevar el agua a los cultivos o el dinero necesario para proteger a estos. En este caso la inversión económica es fundamental para ayudar al desarrollo de la producción en estas zonas más deprimidas económicamente. Los países ricos donan el 0,3% de su PIB para ayudar a estos países, muy lejos del 0,7% necesario para solucionar el problema.
Aunque algunas zonas tienen problemas para la producción hay otras en las que se produce demasiado incluso se acaba tirando comida. La Food and Agriculture Organization (FAO), el organismo de la ONU para la alimentación y agroindustria, dice que hoy se produce alimento para 12.000 millones de personas. Dado que somos 7.000 millones, hay comida de sobra. Sin embargo no consigue llegar a todos los ciudadanos del mundo, como es el caso de los países subdesarrollados.
Solo recibe comida, el que puede pagarla, es un negocio
El siguiente problema relacionado con este es que la producción de alimento se ha convertido en un negocio y se ha dejado a un lado el producir para cubrir las necesidades de los ciudadanos. De esta manera solo recibe alimentos el que puede pagarlos. Por lo que los países del tercer mundo quedan todavía más aislados.
Según la FAO, la agricultura en el siglo XXI se enfrenta a múltiples retos: tiene que producir más alimentos y fibras a fin de alimentar a una población creciente con una mano de obra menor, así como más materias primas para un mercado de la bioenergía potencialmente enorme, y ha de contribuir al desarrollo global de los numerosos países en desarrollo dependientes de la agricultura, adoptar métodos de producción más eficaces y sostenibles y adaptarse al cambio climático.
Y el drama puede ir a peor, en 2050 necesitaremos el sobre de alimentos
Aunque a día de hoy hay suficientes alimentos para alimentar al planeta, la FAO avisa que la agricultura debe hacerse más productiva si pretende alimentar a una población mundial mucho mayor al tiempo que se responde a los formidables retos medioambientales que se avecinan.
Desde esta organización señalan que en los próximos 40 años se prevé que: «el efecto combinado del crecimiento demográfico, el fuerte aumento de los ingresos y la urbanización….resulte en una demanda de casi el doble de alimentos, piensos y fibra». Por lo que el futuro para por que la agricultura sea más productiva. Estos incrementos deberán obtenerse en su mayoría del aumento de los rendimientos y una mayor intensidad de los cultivos, más que de un aumento de las tierras cultivables, a pesar de que todavía existen amplios recursos en tierras con potencial para ser cultivadas, en particular en África subsahariana y Latinoamérica.
El cambio climático hundirá más aun a África
Está previsto que la población mundial crezca hasta los 9 100 millones de personas en 2050 desde los actuales 6 700 millones, lo que requerirá un incremento del 70 por ciento en la producción agrícola.
FAO avisa de una creciente escasez de recursos naturales como tierra, agua y biodiversidad, «la agricultura mundial tendrá que hacer frente a las consecuencias del cambio climático, en especial el aumento de las temperaturas, una mayor variabilidad del régimen de lluvias y fenómenos climáticos extremos cada vez más frecuentes, entre ellos inundaciones y sequías«. Los efectos combinados del cambio climático pueden llevar a una reducción potencial de la producción de hasta el 30% en África y del 21% en Asia.
¿Como reducir el hambre según la FAO?
La experiencia de países que han logrado reducir el hambre y la malnutrición muestra que el crecimiento económico y las políticas de reducción de la pobreza como tales no garantizan automáticamente el éxito. Un análisis que abarca varios países muestra que el aumento del PIB debido a la agricultura es dos veces más beneficioso para la parte pobre de la población de un país que el crecimiento generado por otros sectores.
El 75% de los pobres viven en zonas rurales y obtienen una parte importante de sus medios de vida de la agricultura y actividades conexas. Para los países que dependen de la agricultura, en particular, el crecimiento agrícola es clave para el crecimiento y desarrollo general así como para la reducción de la pobreza.
La base para una transformación económica lograda en muchos de los países actualmente desarrollados ha sido un sector agrícola dinámico. Este fue el precursor de la revolución industrial en Europa y los EE.UU. y más recientemente en China, Taiwán, la República de Corea, Tailandia, Vietnam y otras economías asiáticas en rápido crecimiento.