Gris es el panorama económico que se presenta presenta en la reunión de gobernadores del Banco Central Europeo (BCE).
La inflación en la zona euro de julio ha vuelto a colocarse en un nivel por debajo de lo esperado. Frente al 0,4% confirmado por Eurostat, los analistas apostaban por un 0,5%. Malas noticias que se añaden a los datos macroeconómicos que hoy han hecho caer a las bolsas: Italia ha regresado a la crisis técnica al perder un 0,2% de PIB, y los pedidos de producción industrial de Alemania han caído. El desempleo además, se mantiene cercano a máximos, en torno al 10%.
La única ‘buena’ noticia, es que la cotización del euro se anota mínimos de nueve meses. A 1,33 dólares, es un indicador que favorecerá las exportaciones. En más de una ocasión, Francia ha reclamado al presidente del BCE, Mario Draghi, que adopte medidas para relajar la moneda única.
Sin embargo, lo que más preocupa es la amenaza de deflación, que pesa y mucho sobre países altamente endeudados y ralentiza su potencial de crecimiento.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo hace unos meses que España, tenía una probabilidad de 6 sobre 10 de entrar en deflación. Su directora, ha reclamado, también al BCE, que ponga en marcha una inyección de liquidez similar a la realizada en Estados Unidos por la FED, de cara a estimular los precios.
La deflación es la caída sostenida y prologada de todos los precios. La deflación retrasa las decisiones de consumo y ace más difícil la evolución de la deuda, en máximos históricos (96%). Así, mientras la inflación se ‘come’ la deuda, su ralentización la hace más pesada. «Por eso, los requisitos de crecimiento deben ser mayores. La economía debe crecer lo suficiente como para hacer frente al pago de la deuda más los intereses que se piden», explica el Catedrático de macroeconomía, José García Solanes.
Un callejón sin salida si tenemos en cuenta las últimas ‘malas noticias’ sobre el PIB de Italia. Bruselas ya ha reconocido que tendrá su incidencia en la recuperación global.