La eurozona pierde impulso. El presidente del Banco Central Europeo (BCE) lo ha vuelto a advertir, y el último en reconocerlo ha sido este fin de semana el ministro de Economía español, Luis de Guindos porque España no está a salvo. El PIB de Alemania e Italia se encuentra en negativo, y la economía gala estancada. Es un riesgo para nuestra recuperación aunque todavía no se perciba una repercusión. “Con los países de la eurozona realizamos aproximadamente un 60-70% de los intercambio internacionales, tanto a nivel de bienes y servicios como de mercados de capital, dependemos de ellos. Cuando dicen que las raíces de la recuperación son profundas, no me parece tan claro. Con ese crecimiento de Alemania, Francia e Italia, nuestras perspectivas no pueden ser tan buenas…Los países emergentes y Japón también se están debilitando”, explica José García Solanes, Catedrático de macroeconomía de la Universidad de Murcia.
Riesgo para nuestras exportaciones pero no para el turismo
“Nuestros dos pilares de desarrollo son las exportaciones y el consumo interno. La ralentización nos puede afectar porque Alemania y Francia son nuestros principales clientes. No obstante, el otro aspecto que hay que contemplar es el de los turistas. También allí, son nuestro principal mercado. Tenemos precios competitivos y de momento no ha bajado el número de visitas”, tranquiliza José Ramón Pin, IESE.
Según Antonio Martínez, de la Universidad Rey Juan Carlos, “de momento la eurozona lo que ha hecho son actuaciones de cara al desempleo, a través de programas como COSME (Pymes) y la inversión en la formación de jóvenes”. Para Martínez, en todo caso, “las soluciones no son inmediatas, son cuestiones que se resolverán a largo plazo”.
Más actuaciones del BCE
En todo caso, todo el mundo espera más. Nuevas medidas por parte de los estados miembros y más por parte del BCE. “Está claro que las medidas del BCE en lo relativo a la detención de las presiones deflacionistas han demostrado ser insuficientes. Habrá más medidas a aplicar durante el último trimestre del 2014”, reiteran desde Ebury.
“Se pide que el BCE entre de lleno en la compra de deuda pública (como ya anunció en septiembre) y quizás de deuda privada. Un programa similar al de la Reserva Federal en Estados Unidos” anticipa García Solanes. “El BCE debe implantar más medidas para estimular el consumo y depreciar el euro, como lo que ha hecho Estados Unidos pero no hay que olvidar que la economía europea es distinta. Tardará más tiempo percibir los efectos porque el mercado laboral es menos flexible y las Administraciones Públicas son más pesadas”, recalca Pin.
Reformas en las eurozona
Pero como el propio Mario Draghi recuerda, prácticamente en cada una de sus comparecencias públicas, también los Estados deben seguir trabajando.
“O se salvan todos los países de la eurozona o se hunden todos. Italia necesita una reforma laboral y de las Administraciones Públicas; Francia, también una reforma de las Administraciones Públicas, y eliminar las 35 horas, no se puede ser competitivo trabajando menos; Alemania, debe mejorar su consumo interno para crecer y también estimular el crecimiento del resto de países. Si no ‘tira’ de los demás tampoco ella crecerá”, enumera Pin.
“La cuestión es saber si Alemania está dispuesta a hacer compatibles esas soluciones”, avisa el profesor de la Universidad Rey Juan Carlos.
García Solanes coincide en que BCE y miembros de la eurozona deben realizar un trabajo conjunto y va más allá, estima que sería necesarias medidas fiscales, reformas y “un gran plan de inversiones en infraestructuras”. Así cree que se deberían relajar los planes de ajuste que han fijado como objetivo un déficit por debajo del 3% en 2016. Además, los miembros de la eurozona y especialmente los países periféricos deberían “dar todavía más peso a los sectores exportadores, invertir en I+D y aumentar la formación de trabajadores con las políticas activas de empleo. Todo para incrementar la productividad y eficiencia de las empresas”.
Un plan de infraestructuras
Más allá, según el Catedrático de la Universidad de Murcia, “lo vital es estimular la demanda, es cuestión de supervivencia. Se debe poner en marcha un gran plan de infraestructuras que se financie con la emisión de eurobonos (deuda emitida a nivel europeo)”. Una visión que Alemania de momento ha rechazado porque sigue anteponiendo la austeridad antes que nada.
“La inversión en infraestructuras es una solución keynesiana clásica pero tiene el inconveniente que crea problemas de inflación y la dificultad de prescindir de ella a medio y largo plazo”, aclara Pin. “Alemania tiene pánico a la inflación por motivos históricos, y eso que ellos no venden como nosotros, por precio, sino por valor añadido”, recuerda Martínez.
“Las infraestructuras europeas están bien. Habría que elegir muy bien lo que se hace, como por ejemplo el trasvase del Ebro a la cuenca Mediterránea, o el corredor del ferrocarril que une Europa con el norte de África”, aconseja el profesor del IESE. Austeridad o gasto primero, el escenario ha cambiado pero las opciones que se bajan en el debate, al final, sigue siendo el mismo.