Unos 3.000 manifestantes que protestaban frente al Maracaná contra la subida de el precio del transporte público y los gastos del Mundial fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y pelotas de goma antes del primer partido de la Copa Confederaciones disputado en el estadio entre Italia y México (2-1).
Al menos ocho personas fueron detenidas y no había todavía un saldo de heridos, según la policía militar de Rio. Numerosos agentes del batallón de choque, de la policía montada y de la fuerza nacional cercaron a los manifestantes, que protestaban pacíficamente entre hinchas que llegaban al estadio, gritando consignas como: «Sin violencia», «La Copa no me importa, yo quiero salud y educación» y «El Maracaná es nuestro».
La protesta tiene lugar en el marco de otras manifestaciones en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Brasilia y otras ciudades brasileñas, convocadas en las redes sociales (#ogiganteacorda, el gigante se despierta) contra la subida del precio del transporte público y los 15.000 millones de dólares en inversiones públicas para el Mundial de fútbol de 2014.
«Brasil decidió despertarse. No estamos aquí por 20 centavos de aumento», declaró a la agencia AFP Camila Mesquita, una estudiante de 23 años. «Esa fue la gota que colmó el vaso. La Copa es para los extranjeros, y para los brasileños no hay nada».
Otros dos jóvenes llevaban una pancarta en la que se leía «Copa FIFA: 33.000 millones de reales. Olimpíadas: 26.000 millones de reales. Corrupción: 50.000 millones de reales. Salarío mínimo: 678 reales (330 dólares). ¿Y ustedes creen que esto es por 20 centavos de real?».
En grupos más pequeños, los manifestantes siguieron protestando en las afueras del estadio durate el partido. A 80 metros del Maracaná, que estuvo en obras durante más de dos años y fue remodelado a un costo de 600 millones de dólares para la Copa Confederaciones y el Mundial, un grupo de 130 personas gritaba consignas, vigilados por unos 100 policías.
«En los hospitales públicos no hay una atención básica decente, la educación pública es muy mala, y encima quieren hacer la Copa aquí», se quejó Fabio Gomes, un productor cultural de 33 años, mientras se protegía los ojos de los gases.
El sábado, en la inauguración de la Copa Confederaciones en Brasilia con el partido Brasil-Japón, la policía dispersó con gases lacrimógenos y balas de goma a los manifestantes, con un saldo de 33 heridos y 20 detenidos.
«Brasil le ganó ayer a Japón 3-0 en la apertura de la Copa Confederaciones, pero Japón está mucho más avanzado que Brasil en tecnología, en salud y educación», se lamentó Julia, una estudiante de 21 años.