El Real Madrid suele tapar sus deficiencias con la pegada. Ha sucedido a lo largo de la historia con este equipo. Cuando no jugaba bien, cuando pasaba rachas de crisis, baches o dudas en cuanto a su fiabilidad llegaba un partido en el que sacaba ese potencial goleador que siempre ha caracterizado a sus plantillas. Va en el ADN del escudo. El Real Madrid es un equipo potente en ataque y vulnerable atrás. Cuando los de arriba ponen el turbo, corren, van sueltos y son eficaces quedan en un segundo plano los errores defensivos y los planteamientos tácticos. Este Real Madrid, como el de la temporada pasada, está confeccionado para correr y romper los partidos con la insistencia de los de arriba que acaban echando abajo las energías y la moral del rival.
El Basilea no fue el Atleti. Pero muchos equipos no son el Atleti ni se le parecen. Por eso los rojiblancos fueron campeones de Liga y subcampeones de Europa. El Basilea tiene su caché. Es el campeón suizo. Tiene una trayectoria en la Champions y fama de matagigantes. La temporada pasada le ganó los dos partidos al Chelsea en la fase de grupos. El Real Madrid tuvo enfrente a un equipo organizado, disciplinado, que se supo replegar y que también quiso atacar y que llegó a inquietar y poner en apuros a la defensa blanca. La clave del encuentro estuvo en que el Basilea no trabó el juego del campeón de Europa. Eso solo lo sabe hacer el insufrible Atleti del ‘Cholo’, que ha demostrado conocer las claves para desesperar a los madridistas cuando hay que cortarles el ritmo. No sucedió esto ante el rival suizo. Ancelotti decía que lo importante era tener continuidad en el juego. Y el Real Madrid la tuvo porque pudo hacer más fluido sus ataques y, en media hora, acabó arrollando a los suizos.
Se le puso el partido de cara y tuvo fortuna, en el minuto 14, con un gol en propia puerta de Suchy en un centro de Nacho. El gol fue un refuerzo a la confianza de los jugadores y, a partir de ese momento, los chicos de Ancelotti subieron el ritmo del partido con ese deseo de buscar la goleada y desquitarse de las dos derrotas en la Liga. En dos minutos hizo el segundo y el tercero. Aparecieron la mejor versión de Modric, Cristiano Ronaldo y Bale. Modric le puso un balón por arriba de la defensa a Bale para que hiciera el segundo tanto. El croata inició la jugada del tercero, que siguió Bale y culminó Cristiano Ronaldo. El Real Madrid se desató y entraron en ebullición sus delanteros. El cuarto fue de James, en el minuto 36, tras una jugada de Cristiano y un disparo mal ajustado de Benzema. El colombiano llegó desde atrás para aprovecharse del rechace. El Real Madrid se relajó y el Basilea, en una jugada de contraataque, hizo su tanto.
Se impuso la pegada al equilibrio defensivo. El Real Madrid estuvo perfecto arriba, pero en cuanto a la solidez del bloque, cuando no tiene la pelota y está obligado a presionar para recuperarla, sigue dejando dudas. A los tres de arriba (Bale, Cristiano y Benzema) les cuesta presionar. A los tres del centro (Kroos, Modric y James) se les hace difícil volver hacia atrás cuando se pierde la posesión y el equipo sigue dando la sensación de que tiene muchas grietas atrás. No es robusto. Pero con pegada se puede llegar a todos los lados. En el primer tiempo el resultado pudo ser bastante más abultado con ocasiones de Modric y Pepe que detuvo con acierto el portero checo del Basilea.
Al descanso el marcador podía haber puesto lo siguiente: Real Madrid 4 – Los que pitan a Casillas 1. El portero, que fue titular, volvió a ser pitado por un sector de la afición en algo que sigue siendo lamentable. No se puede entender que una afición, aunque sea solo una persona, acuda al estadio, en el estreno del campeón de Europa, a pitar a un jugador. Alguno hasta celebraría el tanto encajado a su equipo. Incluso la tomaron con Benzema.