El F.C. Barcelona deja escapar otros dos puntos del Camp Nou al empatar (1-1) contra el Atlético de Madrid. Los azulgranas merecieron más que su rival. Leo Messi no acabó el partido y se retiró a treinta minutos del final, lesionado en su muslo derecho.
El ‘Cholo’ Simeone todavía no sabe lo que es ganar en el coliseo azulgrana, donde acumula cinco derrotas y cuatro empates en sus últimas nueve visitas. Sin embargo, la estadística resulta de los más irrelevante porque, pese a acumular estos números, con Simeone en el banquillo los rojiblancos han ganado en el Camp Nou una Liga y, pasando por este estadio, han eliminado al Barça dos veces en la Champions League.
Luis Enrique apuntó en la víspera que no esperaba a un Atlético yendo a buscar arriba a su equipo y no se equivocó. Fiel al guión, el Atleti se echó atrás, juntó las líneas, cerró los pasillos interiores -por donde mejor se desenvuelve la Messi, Suárez y Neymar– y obligó a que el partido se jugará en treinta metros.
El rojiblanco resulta un rival »molesto» para cualquier grande. Siempre solidario, con las ayudas funcionando a la perfección. Su propuesta es áspera, de difícil digestión y contrarresta cualquier atisbo de fútbol lúdico de su oponente. Si encima le añades la calidad que tiene delante, con jugadores que combinan velocidad, talento e instinto asesino como Griezmann, Carrasco o Gameiro; es lógico que a nadie le guste jugar contra el conjunto madrileño.
Apretando bien arriba y recuperando inmediatamente tras perder la pelota, el Barça intentó sobreponerse a la incomodidad del choque. No obstante, el Atlético apenas le dejaba espacios para la asociación. Los locales tuvieron más voluntad que acierto. Solo inquietaron a Oblak en tres disparos lejanos de Messi, Iniesta y Neymar en los primeros cuarenta minutos de juego. Los dos primeros los interceptó y el tercero -una rosca envenenada del brasileño- se marchó rozando la portería.
El Atlético, más tímido al contragolpe de lo que en él suele ser habitual, amenazó a Ter Stegen con dos tiros de Carrasco -uno de ellos obligó a volar al portero alemán- y otro muy desviado de Filipe Luis.
Ambos pecaron en la elaboración del juego. Así que no fue nada extraño que el 1-0 llegara a falta de cuatro minutos para el descanso, en un centro desde de la izquierda de Iniesta que Rakitic cabeceó solo de forma magistral.
Correa, la solución
Griezmann salió enchufado tras la reanudación. Tuvo dos ocasiones nada más comenzar. En la primera se encontró con Ter Stegen y la segunda la envió al tercer anfiteatro cuando tenía solo a Carrasco.
Las malas noticias para el Barça llegaron en forma de lesiones. Busquets, en estado griposo, fue sustituido por André Gomes y Arda sustituía a Messi, que abandonaba el terreno de juego con cara de preocupación, mientras se tocaba el muslo derecho.
Faltaba más de media hora por disputarse, el »Cholo» olió la sangre y fue a por el empate con las entradas de Torres y Correa por Saúl y Gameiro. El argentino hizo el 1-1 en el primer balón que tocó, al aprovechar un despiste defensivo de los azulgranas y sorprender a Ter Stegen con un golpeo seco a la cepa del poste derecho.
Sin embargo, los azulgranas no se vinieron abajo. Huérfanos de Messi, Neymar se echó al equipo a la espalda. Le secundó un Arda muy activo, y el Barça buscó el segundo. El astro brasileño puso a prueba por dos veces a Oblak, antes de habilitar a Piqué en una falta que el central catalán cabeceó ligeramente desviado.
Jordi Alba a punto estuvo de hacer el 2-1, poco después, pero su disparo, con Oblak casi ya batido, se estrelló en la zaga visitante.
Faltaban cinco minutos para el final y el Camp Nou empezó a rugir, intuyendo que el partido tenía olor a victoria épica. Pero el colchonero es un equipo que tiene más vidas que un gato. Un remate de cabeza de Godín obligó a volar a Ter Stegen par enviar el balón a córner y devolver los biorritmos de la grada a su sitio.
Al final, hubo tablas en el primer partido grande de la temporada. Un empate inoportuno para ambos el día que el Real Madrid tropezaba en su estadio.