En un espectacular reportaje de ESPN se ve la otra cara de fama, de un jugador famoso, de una estrella del deporte que ha decidido darle la espalda a todo lo que le rodea: dinero, fama, flashes… y seguir viviendo como siempre ha querido. Libre. En su caravana. En su instagram deja claro sus lemas de vida: La vida eterna, la zona del strike, las buenas olas y una cita: Pedro 3:18. Solo sigue viviendo.
Es posible que para mucha gente corriente, Daniel Norris viva en un sueño permanente. Cobra en los Toronto más de dos millones de dólares al año, pero su verdadera casa cuando no está jugando (su equipo le obliga a compartir piso cuando va de ciudad en ciudad) es su furgoneta Volkswagen que cuesta poco más de 10.000 dólares y que él aparca detrás de un Walmart. La llama Shaggy en honor a Scooby Doo.
Norris se mantiene allí, en el suburbio de Florida, en plena forma, guisa sus sofritos en su caravana y allí es donde escribe en su diario sus experiencias personales. No hay que decir, porque ya se intuye que lee y mucho a Keruoac. Norris se afeita con un hacha, nunca ha probado las drogas pese a su pinta de hippie y es un luchado por el medio ambiente. No solo eso, es un amante del surf. Dice que nunca ha probado el alcohol, no ve la tele y es un apasionado de la fotografía. Ha tenido novia pero, ante la perspectiva de vivir en una mansión y ser millonaria, o vivir en una furgoneta… la chica no aguantó.
En su club no se lo acaban de creer. En vez de irse al Caribe o alquilar un yate se fue a Nicaragua de vacaciones en una moto alquilada a estar en la selva. Él lo tiene claro, la aventura es libertad. Estar en medio de cualquier parte, solo, le da la vida. Ahora que está en la Liga más importante del mundo, que le llueven los millones, los contratos, sus compañeros alucinan con su forma de vida.
El mira a sus padres, a esa tienda de bicicletas donde se crió bajo varios lemas: ama la tierra, vive con sencillez y usa solo lo que necesites. ¿Quiere este hombre sus dos millones de dólares al año? No, los tiene en una cuenta, para no tomar riesgos. Mientras el resto de jugadores se gastó miles de dólares el mismo día del contrato, Norris, se compró una camiseta Converse de 12 euros.
¿Le durará mucho el ascetismo a Norris? Nadie lo sabe, pero él sigue apuntando en su libreta las mismas cosas: Investiga las cosas que te gustan, adquiere conocimientos porque eso es valioso, sé amable, sé cortés, ama a los demás y se feliz. Así de simple«. Así que Norris, mientras tira la bola como un artistas en los campos, solo, en el centro del campo, sabe que en poco tiempo volverá a esa selva a esa montaña donde se siente libre, en soledad, feliz. Poco le importa que le llamen surfista indigente, vagabundo espiritual o adolescente sin control. Hace lo que quiere, es libre.