El cierre de la cúpula de la Torre Macosa, en el Poblenou, ha dejado a estas aves sin uno de sus nidos habituales, tal y como avanza el diario »La Vanguardia», algo que Durany atribuye a la «falta de interés» del distrito de Sant Martí –donde se ubica la torre– por conservar su presencia.
La Torre Macosa ultima estos días su rehabilitación, financiada por Aigües de Barcelona (Agbar), si bien la intención de adecuar un mirador en la parte alta y la electrificación de la cúpula hace impensable que ningún halcón vuelva ni siquiera a posarse allí, a pesar de que la pareja vive en la zona desde hace una década, cuando fueron liberados en el Puerto de Barcelona.
En un principio, según relata Durany, se contempló la adecuación de una chimenea cercana a la torre para colocar una caja que hiciera las funciones de nido –los halcones son muy territoriales y precisan de un lugar elevado sin ruidos donde nidificar y avistar a sus potenciales presas–, aunque considera que para alguien los halcones suponían un «estorbo» y por ello el proyecto no ha tirado adelante.
Barcelona dejó de liberar halcones en 2004, tras constatar que los ejemplares reintroducidos desde 1999 lograron aparearse con éxito, y recuperó así una de sus especies emblemáticas desaparecida después de que la última pareja conocida fuera abatida en 1973 en la Iglesia de Santa Maria del Pi.
En la Torre Macosa, los pájaros criaron ininterrumpidamente entre 2004 y 2006, aunque una «sucesión de despropósitos», entre los que se encuentra la realización de catas geológicas y la ocupación del edificio durante un breve plazo de tiempo, hicieron que los últimos polluelos nacidos en dicho nido, en 2008, murieran antes de tiempo.
7 PAREJAS EN EL ÁREA METROPOLITANA
Durany ha explicado que actualmente viven en el área metropolitana de Barcelona siete parejas de halcones de forma estable, cuatro de ellas con un lugar de cría: en los acantilados de Montjuïc, en la Sagrada Familia, en central térmica de Sant Adrià del Besòs y en la Torre Realia de L»Hospitalet de Llobregat.
Adicionalmente, la pareja de la Torre Macosa sigue «en los alrededores», otra vive en la zona de Sants –se está estudiando la posibilidad de ubicar un nido artificial en la Torre Allianz– y la última en los dos edificios elevados del Port Olímpic.
Los halcones –»Falco peregrinus»– se alimentan mediante la caza de un pájaro de media al día, al que capturan gracias al dominio de los cielos que le aporta su visión –se cree que alcanzan a ver la curvatura de la tierra– y su inigualable velocidad –400 kilómetros por hora en caída en picado y 300 en caída oblicua–.
El éxito del programa, una década después, tiene uno de los mejores ejemplos en la Sagrada Familia, el emblemático monumento de Antoni Gaudí, a pesar de sucesivas muertes e incluso el robo de polluelos cometido en abril de 2010, todavía sin resolver y que llevó a la mejora de las condiciones de seguridad con la instalación de incluso una cámara de videovigilancia.
De hecho, uno de los polluelos nacidos allí ha sido avistado en Benidorm, mientras que la viabilidad del enclave queda constatada con la fidelidad que muestra el macho de lugar, que ha llegado a albergar en el nido a una decena de hembras diferentes.