Cada año, miles de británicos mueren por causas derivadas de la contaminación en Reino Unido. Así lo indica el reciente estudio sobre los riesgos de mortalidad asociados a la contaminación atmosférica elaborado por el Servicio de Salud inglés, publicado este mes de abril.
El informe, que los expertos consideran “impactante”, presenta el alcance de los efectos en la mortalidad derivada de la contaminación antropogénica, que es la que está directamente provocada por el hombre —por el humo de los coches, las fábricas…—. La exposición a largo plazo a este tipo de polución es una de las más importantes y de las que más efectos tienen sobre la salud.
Según el estudio, las tasas de mortalidad derivadas de la exposición a los niveles actuales de partículas antropogénicos está en torno al 3,5% en algunas regiones rurales de Escocia e Irlanda del Norte, las menos afectadas por la contaminación. En Gales se sitúan entre el 3% y el 5% y en algunas zonas de Londres la tasa de mortalidad es superior al 8%.
Londres, con una concentración media de 12,7 PM2,5 —partículas en suspensión inferiores a 2,5 micras, una de las mejores maneras de indicar los niveles de contaminación—, tiene la tasa de mortalidad más alta, con un 7,2%. Los barrios de Westminster, Kensignton y Chelsea son los que cuentan con tasas de mortalidad más preocupantes, con un 8,3% cada una. La más baja se encuentra en el barrio de Havering, a las afueras de la capital inglesa, con un 6,3%.
El estudio advierte de los peligros de la contaminación y de sus efectos en el aumento del riesgo de mortalidad, por problemas respiratorios o cardiovasculares, aunque se combina con otros factores de riesgo. Según el informe, las medida para reducir estas elevadas tasas de mortalidad son claras: reducir los niveles de este tipo de contaminación o, en caso de que no sea posible, reducir la exposición de la población a este tipo de contaminación.