Este programa, gestionado por el Servicio de Asuntos Sociales de la Universidad de Salamanca, pretende «facilitar el alojamiento de alumnos universitarios en el domicilio de personas mayores, para promover la convivencia intergeneracional, ofreciendo una alternativa familiar de alojamiento a los alumnos universitarios y un acompañamiento a las personas mayores que favorezca la permanencia en su entorno, evitando situaciones de soledad y aislamiento».
Con esta iniciativa, los estudiantes, que no tienen relación previa alguna con los mayores con los que comparten piso, se ahorran el alquiler y hacen frente «a medias» a los gastos de suministros como gas, agua o electricidad.
En cuanto a la comida, se estipula que cada uno tenga los productos que quiera consumir y que la alimentación se prepare por separado, aunque en algunos casos luego llegan a acuerdos para ayudar los jóvenes a los mayores en estas tareas o viceversa.
Actualmente, hay una lista de espera de jóvenes que quieren sumarse a esta propuesta durante el presente curso, y mayores que también quieren hacerlo. El motivo de que no se hayan incluido ya es que previamente se lleva a cabo un estudio para buscar compatibilidades y acuerdos que eviten cualquier confrontación de intereses durante los próximos meses.
El programa de la Universidad de Salamanca anima a que los estudiantes y los mayores acuerden seguir unas líneas de convivencia, por ejemplo que se pacten horarios de llegada o usos para evitar incomodidades a la otra parte.
El año con más inscritos en esta iniciativa de convivencia intergeneracional fue 2007, con 18 parejas. Atrás quedaba ese único participante en el año que se inició el proceso, en 2005.
En cuanto al perfil de usuarios, el programa lo han venido utilizando estudiantes que principalmente llegaban de América Latina para estudiar principalmente doctorados. En la actualidad, el número de españoles que se acogen a esta iniciativa es mayor y la edad se ha rebajado, son más jóvenes.
De esta forma se da continuidad a una iniciativa que ayuda a los estudiantes que llegan de fuera de la ciudad a poder estudiar con menos gastos y, a su vez, permite a muchos mayores afrontar en compañía un presente, que de otra manera podría ser más solitario.